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FAKALI APLAUDE LA APROBACIÓN DE LA LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA

Es de celebración la inclusión del reconocimiento, la justicia y la reparación al Pueblo Gitano en la Ley de Memoria Democrática, aprobada definitivamente por el Senado, que pretende garantizar la reparación de la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo.

Vivimos una jornada clave para la construcción de la democracia en este país. A pesar de los arrojos de las fuerzas políticas contrarias a reforzar la democracia en el país, que han presentado numerosas enmiendas con la intención de bloquear su aprobación, esta ley es ya una realidad que dotará de marco legal a todos esos hechos no reconocidos como crímenes de odio y discriminación que han vulnerado gravemente los derechos de la ciudadanía española, en especial de las personas gitanas que vivieron el horror del pasado y el olvido del presente.

La aprobación de esta ley supone la primera vez que la memoria histórica romaní se tiene en cuenta a la hora de reforzar la democracia a través de la legislación. A pesar de su trascendencia para el acervo cultural español, las experiencias gitanas jamás se han reconocido en el cuerpo legislativo. Como ya avanzamos el pasado mes de julio, nos congratulamos especialmente ante el hecho de que esta ley prevé la creación de una Comisión de trabajo sobre la Memoria y la Reconciliación con el Pueblo Gitano en España. Desde FAKALI nos encontraremos vigilantes ante la constitución de esta comisión y consideramos que, una vez puesta en funcionamiento. se daría un paso hacia la justicia con las miles de víctimas gitanas, también olvidadas, durante la Guerra Civil y la dictadura, poniendo además en valor desde la perspectiva de Estado nuestra historia y nuestra cultura, sin duda trascendentes en la conformación sociocultural de lo que hoy es España.

Igualmente, como gitanas, universitarias y feministas, desde FAKALI nos congratulamos de que esta ley incorpore la perspectiva de género, adoptando medidas necesarias para reparar las formas específicas de represión o violencia de cualquier tipo sufrida por las mujeres en la Guerra Civil y el franquismo, sea por su actividad pública o como madres, compañeras o hijas de represaliados y asesinados.

Si bien las gitanas continuamos atendiendo al cumplimiento de las leyes que amparan nuestros derechos, para que éstas se ejecuten con efectividad, sin duda la aprobación de esta ley es un gran paso para la defensa de los derechos humanos que refuerza también el compromiso de esta federación con las administraciones y los organismos públicos para continuar fomentando las herramientas en favor de la igualdad de trato, y especialmente contra el antigitanismo, para el reconocimiento y la reparación de todas aquellas víctimas de la discriminación, el odio y el olvido.

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DÉCADAS COMBATIENDO EL ANTIGITANISMO… TAMBIÉN EL DE GÉNERO

Nadie puede hablar por nosotras. Nuestra voz se ha escuchado alto y claro en el I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género celebrado esta semana en Bilbao.

Cuando a finales de los años noventa comenzábamos a teorizar sobre las fórmulas de opresión que ejerce el antigitanismo no eran pocas las expresiones de asombro que encontrábamos. También muchos aliados y aliadas estuvieron desde el principio a nuestro lado porque creían en nuestras luchas. De hecho, los medios de comunicación y los organismos públicos y privados comenzaron a caminar a nuestro lado porque efectivamente les demostrábamos que estas formas por discriminación étnica tenían un nombre y unas consecuencias hasta entonces poco tenidas en cuenta por la masa social. Hoy, más de veinte años después encontramos el antigitanismo referenciado de manera expresa en nuestro cuerpo normativo, concretamente en la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación y en la reforma del Código Penal.

Estas conquistas históricas que por justicia han sido aprobadas hace sólo unos meses desde el Congreso de los Diputados cuentan con un colosal trabajo por parte del activismo y del tejido asociativo romaní, que ha alzado la voz cuando ha sido necesario. También ha sido indispensable el trabajo abnegado de esa parte de la política que cree en la justicia social y en los valores democráticos como los de la igualdad de oportunidades. Y en todas estas aristas las mujeres tenemos mucho que decir y mucho aún por contar. Es el caso del antigitanismo de género, que ha obtenido desde nuestra fundación un peso elemental. Se trata de diferentes discriminaciones que sufrimos las gitanas que no son excluyentes entre sí. Es decir, en este caso, no somos discriminadas en ocasiones por género y en otras ocasiones por adscripción étnica, sino que se solapan e interaccionan entre sí. El resultado de esta discriminación se refleja en brechas de desigualdad en el ejercicio de nuestros derechos (empleo, salud, vivienda…) y en las distintas barreras que dificultan el acceso a recursos básicos.

Somos efectivamente, la mitad del mundo. Traemos en nuestros vientres la vida, pero la construcción del mundo nos ha relegado a ser la actriz secundaria, la acompañante o el sexo débil. Esto nos afecta a todas, pero no a todas de igual manera. Máxime cuando este sistema, que además de machista y patriarcal, es antigitano. De esta manera se concibe el mundo, apartando históricamente a la mujer a un papel poco trascendental, pero a las gitanas cuando no se les invisibiliza se les culpabiliza mientras que en otras ocasiones se las ha llegado a tachar de brujas, promiscuas e incluso ambas cosas a la vez. Ahora inclusive nos posicionan como mujeres sometidas al poder de un hombre, pues ya saben que hay discursos intolerantes que hablan del patriarcado gitano, como si el patriarcado tuviera apellidos. Nada más lejos de la realidad, nuestra historia ha venido refrendada por mujeres que han roto con los patrones preestablecidos en épocas dominadas por hombres, pero desgraciadamente, ese espíritu indomable nos ha hecho entonces ser consideras unas “asalvajadas”. Y así, con la conciencia patriarcal se ha ido construyendo un sistema que aboga por excluir económica, cultural, lingüística, laboral e incluso políticamente a quienes son considerados diversos, como es caso de los gitanos. Y, por supuesto a sus mujeres, que sufren las desigualdades por ser muchas cosas, pero, sobre todo, por ser gitanas.

FAKALI en el I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género en Bilbao
Mesa de trabajo de mujeres gitanas

Por todo ello hemos construido desde hace veinte años un discurso. El I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género celebrado esta semana en Bilbao, organizado por la Asociación AMUGE, ha sido la última tribuna desde la que lo hemos pregonado… y protagonizado. Un discurso que además proviene de nuestros saberes, de nuestras casas, de nuestras tías, sólo que traídos a la sociedad del siglo XXI. Traemos los aires del feminismo romaní que nos enseñaron nuestras madres, que fueron tan feministas como lo somos nosotras hoy. Y a estas luchas les sumamos un loable esfuerzo por conseguir que el feminismo gitano ocupe un espacio en las agendas políticas. Por ese motivo hemos diseñado el primer protocolo específico contra la violencia de género en mujeres romaníes, buscando la atención que sus víctimas precisan en un documento rompedor con los patrones marcados por el pasado. También colaboramos con la Junta de Andalucía en la campaña #PrimaNoTeCalles, basada fundamentalmente en esa sororidad que nos caracteriza especialmente a las romís, a las mujeres gitanas. Del mismo modo, hemos impulsado y apoyado la proposición no de ley que busca impulsar la elaboración de un Plan Nacional Integral de Actuación para Mujeres Gitanas con dotación presupuestaria suficiente, que aborde medidas específicas en materia de empleo, educación, salud y vivienda, así como de una primera red de mujeres gitanas. Efectivamente, necesitamos tejer redes de apoyo para tener un discurso unitario y unas acciones concretas, y por eso hemos intervenido en Bilbao. Sólo así conseguiremos que se nos escuche y se nos tenga en cuenta.

Desde nuestros inicios buscamos dar respuestas a una realidad que sufrimos las mujeres romaníes desde tiempos pretéritos, como son las desigualdades. Estas se hacen presentes tanto en la política como en los barrios. Están en la academia y en las periferias de las ciudades. Por eso venimos trabajando desde una perspectiva holística, para que nadie se quede atrás. Formamos parte de todos y cada uno de los foros feministas donde creemos que la voz gitana debe estar presente, pues su ausencia es otra forma de demostrar que el antigitanismo de género existe, y es palpable y visible. No pueden hablar por nosotras, está claro, pero tampoco podemos permitirnos el lujo de dar pasos atrás o no disponer de una estrategia clara. Se lo debemos a nuestras madres y a nuestras tías que ya en tiempos pasados demostraron que se puede avanzar todas juntas y sin miedo a la libertad, como dijo Carmen Calvo en aquel primer acercamiento del Congreso de los Diputados a las mujeres gitanas en 2008.

Es absolutamente necesario conquistar espacios de poder, que la sociedad vea y entienda que las mujeres gitanas formamos no sólo parte de la sociedad, sino que tenemos los mismos derechos a la hora de ocupar lugares de visibilidad y proyección pública. Derribaremos los muros de hormigón que la sociedad nos ponga en el camino, por eso son tan importantes los espacios de encuentro e intercambio de pareceres y saberes en los que construimos nuestro discurso. Ahí es donde la sororidad se multiplica, como en Bilbao. Espacios en los que FAKALI, desde su experiencia y el bagaje de los años, destaca la importancia de los avances que se han hecho y traslada a nuestras primas de toda España un mensaje de esperanza que pone en valor todo lo bueno que hemos aportado y en el que nos planteamos seguir llenando, como siempre hemos hecho, las universidades de lunares. Ahora es el turno de hacerlo todas juntas, sin miedo a nada ni a nadie. Sin miedo a la libertad.