DÉCADAS COMBATIENDO EL ANTIGITANISMO… TAMBIÉN EL DE GÉNERO

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FAKALI en el I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género en Bilbao

Nadie puede hablar por nosotras. Nuestra voz se ha escuchado alto y claro en el I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género celebrado esta semana en Bilbao.

Cuando a finales de los años noventa comenzábamos a teorizar sobre las fórmulas de opresión que ejerce el antigitanismo no eran pocas las expresiones de asombro que encontrábamos. También muchos aliados y aliadas estuvieron desde el principio a nuestro lado porque creían en nuestras luchas. De hecho, los medios de comunicación y los organismos públicos y privados comenzaron a caminar a nuestro lado porque efectivamente les demostrábamos que estas formas por discriminación étnica tenían un nombre y unas consecuencias hasta entonces poco tenidas en cuenta por la masa social. Hoy, más de veinte años después encontramos el antigitanismo referenciado de manera expresa en nuestro cuerpo normativo, concretamente en la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación y en la reforma del Código Penal.

Estas conquistas históricas que por justicia han sido aprobadas hace sólo unos meses desde el Congreso de los Diputados cuentan con un colosal trabajo por parte del activismo y del tejido asociativo romaní, que ha alzado la voz cuando ha sido necesario. También ha sido indispensable el trabajo abnegado de esa parte de la política que cree en la justicia social y en los valores democráticos como los de la igualdad de oportunidades. Y en todas estas aristas las mujeres tenemos mucho que decir y mucho aún por contar. Es el caso del antigitanismo de género, que ha obtenido desde nuestra fundación un peso elemental. Se trata de diferentes discriminaciones que sufrimos las gitanas que no son excluyentes entre sí. Es decir, en este caso, no somos discriminadas en ocasiones por género y en otras ocasiones por adscripción étnica, sino que se solapan e interaccionan entre sí. El resultado de esta discriminación se refleja en brechas de desigualdad en el ejercicio de nuestros derechos (empleo, salud, vivienda…) y en las distintas barreras que dificultan el acceso a recursos básicos.

Somos efectivamente, la mitad del mundo. Traemos en nuestros vientres la vida, pero la construcción del mundo nos ha relegado a ser la actriz secundaria, la acompañante o el sexo débil. Esto nos afecta a todas, pero no a todas de igual manera. Máxime cuando este sistema, que además de machista y patriarcal, es antigitano. De esta manera se concibe el mundo, apartando históricamente a la mujer a un papel poco trascendental, pero a las gitanas cuando no se les invisibiliza se les culpabiliza mientras que en otras ocasiones se las ha llegado a tachar de brujas, promiscuas e incluso ambas cosas a la vez. Ahora inclusive nos posicionan como mujeres sometidas al poder de un hombre, pues ya saben que hay discursos intolerantes que hablan del patriarcado gitano, como si el patriarcado tuviera apellidos. Nada más lejos de la realidad, nuestra historia ha venido refrendada por mujeres que han roto con los patrones preestablecidos en épocas dominadas por hombres, pero desgraciadamente, ese espíritu indomable nos ha hecho entonces ser consideras unas “asalvajadas”. Y así, con la conciencia patriarcal se ha ido construyendo un sistema que aboga por excluir económica, cultural, lingüística, laboral e incluso políticamente a quienes son considerados diversos, como es caso de los gitanos. Y, por supuesto a sus mujeres, que sufren las desigualdades por ser muchas cosas, pero, sobre todo, por ser gitanas.

FAKALI en el I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género en Bilbao

Mesa de trabajo de mujeres gitanas

Por todo ello hemos construido desde hace veinte años un discurso. El I Congreso Internacional de Antigitanismo de Género celebrado esta semana en Bilbao, organizado por la Asociación AMUGE, ha sido la última tribuna desde la que lo hemos pregonado… y protagonizado. Un discurso que además proviene de nuestros saberes, de nuestras casas, de nuestras tías, sólo que traídos a la sociedad del siglo XXI. Traemos los aires del feminismo romaní que nos enseñaron nuestras madres, que fueron tan feministas como lo somos nosotras hoy. Y a estas luchas les sumamos un loable esfuerzo por conseguir que el feminismo gitano ocupe un espacio en las agendas políticas. Por ese motivo hemos diseñado el primer protocolo específico contra la violencia de género en mujeres romaníes, buscando la atención que sus víctimas precisan en un documento rompedor con los patrones marcados por el pasado. También colaboramos con la Junta de Andalucía en la campaña #PrimaNoTeCalles, basada fundamentalmente en esa sororidad que nos caracteriza especialmente a las romís, a las mujeres gitanas. Del mismo modo, hemos impulsado y apoyado la proposición no de ley que busca impulsar la elaboración de un Plan Nacional Integral de Actuación para Mujeres Gitanas con dotación presupuestaria suficiente, que aborde medidas específicas en materia de empleo, educación, salud y vivienda, así como de una primera red de mujeres gitanas. Efectivamente, necesitamos tejer redes de apoyo para tener un discurso unitario y unas acciones concretas, y por eso hemos intervenido en Bilbao. Sólo así conseguiremos que se nos escuche y se nos tenga en cuenta.

Desde nuestros inicios buscamos dar respuestas a una realidad que sufrimos las mujeres romaníes desde tiempos pretéritos, como son las desigualdades. Estas se hacen presentes tanto en la política como en los barrios. Están en la academia y en las periferias de las ciudades. Por eso venimos trabajando desde una perspectiva holística, para que nadie se quede atrás. Formamos parte de todos y cada uno de los foros feministas donde creemos que la voz gitana debe estar presente, pues su ausencia es otra forma de demostrar que el antigitanismo de género existe, y es palpable y visible. No pueden hablar por nosotras, está claro, pero tampoco podemos permitirnos el lujo de dar pasos atrás o no disponer de una estrategia clara. Se lo debemos a nuestras madres y a nuestras tías que ya en tiempos pasados demostraron que se puede avanzar todas juntas y sin miedo a la libertad, como dijo Carmen Calvo en aquel primer acercamiento del Congreso de los Diputados a las mujeres gitanas en 2008.

Es absolutamente necesario conquistar espacios de poder, que la sociedad vea y entienda que las mujeres gitanas formamos no sólo parte de la sociedad, sino que tenemos los mismos derechos a la hora de ocupar lugares de visibilidad y proyección pública. Derribaremos los muros de hormigón que la sociedad nos ponga en el camino, por eso son tan importantes los espacios de encuentro e intercambio de pareceres y saberes en los que construimos nuestro discurso. Ahí es donde la sororidad se multiplica, como en Bilbao. Espacios en los que FAKALI, desde su experiencia y el bagaje de los años, destaca la importancia de los avances que se han hecho y traslada a nuestras primas de toda España un mensaje de esperanza que pone en valor todo lo bueno que hemos aportado y en el que nos planteamos seguir llenando, como siempre hemos hecho, las universidades de lunares. Ahora es el turno de hacerlo todas juntas, sin miedo a nada ni a nadie. Sin miedo a la libertad.