«Si odiamos, perdemos. Si amamos, nos enriquecemos»

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«Si odiamos, perdemos. Si amamos, nos enriquecemos». Con esta frase, nuestra tía Philomena Franz encapsula una verdad profunda del ser humano: el poder transformador del amor frente al odio.  Philomena Franz, como superviviente del Samudaripen, conoció de cerca el poder destructivo del odio y, sin embargo, eligió promover el amor como ungüento y cura para un trauma tan hondo. Hoy, seguimos su ejemplo.

Desde FAKALI queremos honrar la resiliencia de las mujeres romaníes, como nuestra tía Philomena Franz, quienes sobrevivieron al Samudaripen, uno de los intentos más atroces de exterminar a nuestro pueblo. Y las recordamos hoy porque en la noche del 2 al 3 de agosto de 1944, las SS nazis asesinaron a todas las personas gitanas del Zigeunerlager, el campo de concentración destinado a personas romaníes, ubicado en Auschwitz-Birkenau.

Este genocidio, conocido también como Porrajmos (que en lengua romaní significa “devoración” o “destrucción”), se entendió como la “solución final” que el régimen nazi instauró sobre el campo de exterminio rromá. Investigadores apuntan que el Samudaripen se cobró la vida de entre 220.000 y 500.000 personas romaníes, un oscuro capítulo de nuestra historia que ha sido ignorado y olvidado en gran medida por la narrativa predominante del Holocausto. Por ello, es de vital importancia que las voces rromá sean escuchadas y que sus historias de supervivencia y resistencia sean reconocidas.

Y nosotras, como mujeres gitanas, sentimos el deber de honrar la memoria de nuestras tías. Por eso compartimos hoy algunas historias de mujeres supervivientes del Porrajmos, que representan la fortaleza y el dolor de un pueblo que luchó por su existencia porque, ante todo, ama la vida.

Ceija Stojka: El poder del arte para superar el dolor

Ceija Stojka, romaní lovara natural de Austria, fue una de las pocas que logró sobrevivir a los horrores de los campos de concentración nazis. Nacida en 1933, Stojka creció entre caballos y encuentros familiares, pero experimentó la persecución desde una edad muy temprana. Con tan sólo ocho años, fue deportada al zigeunerlager de Auschwitz, para después ser trasladada al campo de concentración para mujeres de Ravensbrück y, finalmente, al de Bergen-Belsen.  Tras la guerra, y durante casi cuarenta años, sólo compartió esas vivencias con su círculo más cercano. Pero, con 56 años, rompió el silencio y dedicó su vida a documentar su experiencia a través de sus escritos y su arte.

Stojka utilizó sus pinturas y su literatura para capturar las atrocidades que vivió y presenció, convirtiéndose en una de las pocas voces que documentaron el Porrajmos. Su obra no sólo narra el sufrimiento, sino también la resiliencia y la fuerza del Pueblo Gitano. Ceija nos dejó en 2013, pero su legado continúa vivo, recordándonos la importancia de no olvidar.

Conoce más sobre la vida de Ceija Stojka en este reel.

Rita Prigmore: La responsabilidad de recordar para que no vuelva a ocurrir

Los oficiales de la Gestapo coaccionaron a Theresia Seible Winterstein, una sofisticada bailarina gitana sinti de Mannheim (Alemania), para que firmara documentos en los que “consentía” su propia esterilización bajo la amenaza de ser enviada a un campo de concentración. La violencia machista hacia las mujeres gitanas era común y constante. Era el año 1941, y el destino de los romaníes bajo el régimen nazi se asemejaba al de otros tantos grupos que sufrieron esta sinrazón: serían perseguidos hasta su exterminio. Sin embargo, la vitalidad de Theresia Seible, con apenas veinte años, era demasiado fuerte para ser extinguida. Junto a su pareja, el músico y reparador de violines Gabriel Reihhardt, decidió quedarse embarazada antes de la intervención médica. De esta unión nacieron las gemelas Rolanda y Rita. Desgraciadamente, fueron arrebatadas de las manos de sus padres para ser objeto de experimentos del Doctor Werner Heyde, uno de los principales ejecutores de la política de “eutanasia” contra el pueblo romaní bajo las tesis de selección genética de Josef Mengele. Rolanda murió poco después de los experimentos, mientras que Rita sobrevivió, aunque con graves secuelas físicas y emocionales.

A lo largo de su vida, Rita Prigmore ha sido una activista comprometida en dar a conocer el sufrimiento de los romaníes bajo el régimen nazi y en luchar por el reconocimiento y la memoria de su pueblo. Entre las tantas intervenciones donde ha reseñado esos crueles momentos, recordamos estas declaraciones: “Nadie hoy tiene la culpa de lo que ocurrió en los campos de exterminio, pero todo el mundo tiene la responsabilidad de que no vuelva a ocurrir”.

Marie Ondrášová: Una improvisada enfermera romaní

Vivía con sus padres y sus seis hermanos en el pequeño pueblo de Tvorovice, en la República Checa. Aun siendo la única familia romaní del pueblo, mantuvieron una muy buena relación con el resto de sus vecinos. A pesar de las dificultades económicas que padecían, su padre trabajaba como peón de construcción mientras que su madre compaginaba las tareas del hogar con su trabajo en el campo.

En 1940, la familia fue arrestada por la Gestapo y trasladada al campo de concentración de Hodonín. Desde allí, fueron enviados a Auschwitz-Birkenau, donde vivieron en condiciones extremas. Ondrášová, de 16 años en ese momento, fue asignada para trabajar en la enfermería del campo, donde ayudó a los enfermos e incluso asistió a su propia madre en el parto de la pequeña Soňa, que fue la única de los niños nacidos en el campo que sobrevivió a la guerra.

A medida que el campo fue siendo liquidado, Ondrášová ayudó a empacar medicinas y preparar ropa para el transporte a otros campos. Finalmente, después de la guerra, se reunió con su madre y su hermana, quienes habían sobrevivido. La familia regresó a Tvorovice y, posteriormente, Ondrášová trabajó vendiendo algodón de azúcar y en la limpieza de locales comerciales. Se casó con un miembro de la familia Raiminius de los Sinti y reconstruyó su vida tras la guerra.

Zilli Schmidt: Entre el deber de contar su historia y el temor del racismo creciente

El nombre de Zilli Schmidt es conocido por su testimonio como sinti alemana y superviviente del campo de exterminio de Auschwitz. Hasta el final de sus días, ha recordado de manera recurrente lo que vivió en Auschwitz.

Hasta 1939, Zilli vivió con su familia en Ingolstadt, donde completó su educación escolar. En sus testimonios, Zilli siempre señalaba que añoraba su infancia, rodeada de una extensa familia feliz hasta que llegó Hitler al poder. A medida que la persecución nazi se intensificaba, la familia huyó primero a Eger (actualmente en Checoslovaquia) y luego a Lorena, en 1940, buscando estar más cerca de su hermano mayor, quien había sido llamado por la Wehrmacht y destinado a Francia.

Sin embargo, la Gestapo también llegó a Lorena, y Zilli fue arrestada poco después. Durante su detención, pasó por numerosos campos de trabajo y prisiones. Finalmente, fue deportada al campo de Lety (en lo que hoy es la República Checa), un gran campo de concentración para sinti y romaníes, donde se enfrentaron a condiciones extremadamente duras con escasa comida y hambre constante. Muchos de sus compañeros, especialmente los niños, murieron en ese lugar. Aunque Zilli logró escapar una vez, fue capturada y deportada a Auschwitz-Birkenau en marzo de 1943, poco después de que se construyera la sección del campamento para sinti y romaníes.

Zilli fue una de las primeras sinti en ser enviada al campo de exterminio, sin saber en ese momento que todos serían asesinados. Con el tiempo, casi todos los miembros de su familia llegaron a Auschwitz-Birkenau: su padre, madre, hermana y sus siete hijos, así como su hija pequeña. Todos fueron asesinados el 2 de agosto de 1944.

Poco antes de la fecha de su deportación, fue trasladada a Ravensbrück. Fue sólo en la última etapa de su vida que Zilli comenzó a compartir públicamente su experiencia en Auschwitz.

Zilli Schmidt se dijo a sí misma: «Quedan muy pocas personas que hayan vivido la experiencia de Auschwitz. Como una de las últimas supervivientes, siento que es mi deber compartir lo que viví». A día de hoy, muy pocas personas conocen la magnitud de lo que los nazis hicieron a los sinti y a los romaníes. Mientras ha tenido la oportunidad ha seguido contando las atrocidades de Auschwitz.

En muchas ocasiones, Zilli mostró su temor a que lo que vivió pueda repetirse, porque observaba cómo, en la actualidad, muchas personas están siendo excluidas y perseguidas por su origen étnico, y cómo los derechos humanos están siendo violados en numerosos países. Sin embargo, también ha reconocido en numerosas ocasiones el esfuerzo de muchos jóvenes que trabajan arduamente para promover la democracia y los derechos humanos. Según ella, ahora recae en la generación joven la responsabilidad de asegurarse de que una tragedia como la que vivió nunca vuelva a ocurrir.

Hace sólo 42 años, en 1982, Alemania se dignó a reconocer al pueblo rromá como víctima del holocausto nazi. Ningún gitano o gitana fue llamado a declarar a los juicios de Núremberg. Los y las romaníes de entonces sufrieron exclusión incluso en el contexto de la justicia y reparación internacional por la omisión de sus testimonios.

Por eso, hoy es fundamental que el reconocimiento no se quede en palabras o actos simbólicos. La historia romaní debe ser enseñada y sus testimonios preservados. El reconocimiento tardío debe ser una llamada para garantizar los derechos y la restitución del Pueblo Gitano.

Por nuestra parte, como hicieron nuestras tías, supervivientes del Holocausto, debemos hacer memoria, reparar y nunca olvidar. Hoy en día son un ejemplo de resiliencia ante la violencia para todas las mujeres. Tenemos la responsabilidad de preservar aquellos testimonios de tantas gitanas y gitanos que sufrieron lo indecible pero que, incluso cuando peores condiciones soportaban, no dudaron un segundo en protegerse, apoyarse y cuidarse. No los debemos olvidar. Por nuestra gente. Por nuestra historia. Dik He Na Bister. Mira y no olvides.