MUJERES GITANAS – 600 AÑOS DERRIBANDO MUROS
Hoy, en este Día Internacional de la Mujer, volvemos a alzar nuestra voz para denunciar una realidad que no ha cambiado lo suficiente: las mujeres gitanas seguimos enfrentándonos a múltiples obstáculos, a un sistema que nos coloca en los márgenes, invisibilizándonos y relegándonos a una imagen estereotipada que nos impiden avanzar plenamente. Pero también hoy celebramos nuestra resistencia, nuestra lucha y nuestros logros. No somos una excepción, somos la norma de un movimiento que sigue creciendo cada día.
Este año, conmemoramos 600 años de presencia gitana en España, un tiempo en el que hemos enfrentado persecución, discriminación y opresión, pero también un tiempo en el que hemos construido nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra identidad. Se nos ha querido borrar, despojar de nuestra voz y nuestra cultura, pero seguimos aquí, fuertes, resilientes y decididas a ser parte activa de la sociedad que nos vio llegar. A lo largo de estos siglos, las mujeres gitanas hemos sido las transmisoras de nuestra historia y la base sobre la que se ha sostenido nuestra cultura. 600 años de resistencia que nos llenan de orgullo y de fuerza para seguir luchando por nuestros derechos y por un futuro en el que nuestra presencia y nuestra voz sean respetadas y valoradas.
En un mundo que continúa sostenido por estructuras patriarcales y racistas, las mujeres gitanas estamos doblemente oprimidas, enfrentándonos a una discriminación que no solo nos condena por nuestra condición de género, sino también por nuestra identidad. Es por esto que la interseccionalidad es una necesidad urgente: no se trata solo de ser mujeres, ni solo de ser gitanas, se trata de ser ambas y de exigir que nuestras voces sean escuchadas con la misma fuerza que las de cualquier otra mujer. Somos mujeres diversas, que luchamos por ser protagonistas de nuestras propias vidas y no simplemente figurar como una historia olvidada en las páginas del pasado.
No descubrimos nada nuevo cuando decimos que las mujeres gitanas no nos topamos con techos de cristal, sino con muros de hormigón que han sido construidos a lo largo de siglos para limitarnos y hacer que nuestras existencias sean invisibles. Pero nosotras seguimos aquí, luchando por nuestros derechos, por nuestra identidad y por el reconocimiento de nuestra contribución a la sociedad. Somos las hijas, las madres, las hermanas, las abuelas, las que día tras día tejemos las redes de apoyo que nos han permitido sobrevivir a la exclusión y la violencia estructural.
Este 8 de marzo, reafirmamos que la lucha por la igualdad de género es la lucha de todas, pero también es nuestra lucha particular, como mujeres gitanas. Queremos ser reconocidas como lo que somos: mujeres poderosas, capaces de cambiar el curso de nuestra historia. Queremos ser las voces que inspiren a las generaciones futuras, que les muestren que ser gitana y ser feminista no es incompatible, sino que es una fuerza revolucionaria capaz de transformar el mundo.
El feminismo romaní no es solo una ideología, es nuestra forma de existir, es la manera en la que hemos luchado a lo largo de los siglos contra la opresión, el racismo y el patriarcado. Desde las mujeres cigarreras, pioneras en el movimiento sindical femenino, hasta las sororas actuales que, a través de grupos de apoyo mutuo y redes de solidaridad, siguen luchando por sus derechos. El feminismo gitano es un feminismo de resistencia, de lucha y de resiliencia.
Sentimos a todas esas mujeres de nuestra mano, caminando frente a nosotras, marcándonos el camino. Pastora Imperio, una de las primeras mujeres que pidió el voto universal de manera pública. La Niña de los Peines: inteligente, revolucionaria, imparable. Las gitanas empoderadas de hoy son fruto de lo que antes, nuestras madres y abuelas nos han marcado; todas ellas, sin excepción nos inspiran como deberían inspirar al resto de la sociedad y al propio feminismo.
Nos enfrentamos a una sociedad y a un feminismo hegemónico que nos pide constantemente que elijamos entre nuestra identidad de género y nuestra identidad étnica, como si fuera necesario despojarse de una para ser reconocidas por la otra. Pero nosotras no vamos a aceptar esa disyuntiva. Somos gitanas, somos mujeres, y nuestra lucha es por una sociedad que reconozca la riqueza de nuestra diversidad y respete nuestro derecho a ser quienes somos.
Desde FAKALI, reivindicamos que se pongan en el centro de la agenda política y social las necesidades y demandas de las mujeres gitanas, visibilizando nuestras historias, nuestros logros y nuestras voces. Exigimos que se erradiquen los estereotipos que nos criminalizan y que se reconozca nuestro papel fundamental en la transformación de la sociedad. No permitiremos que se siga borrando nuestra historia ni que se nos reduzca a un papel secundario en los discursos feministas y en los espacios de poder.
Este 8 de marzo, como cada día, nos levantamos con determinación, con orgullo y con la firme convicción de que el cambio es posible. Porque el feminismo gitano no es solo una reivindicación de derechos, es un grito de dignidad y de justicia. Es un grito que no puede ser silenciado, porque en él está la fuerza de generaciones de mujeres que han luchado y que seguirán luchando por un mundo más justo, más equitativo y libre de racismo y machismo.
Por un feminismo interseccional, por un feminismo libre de cadenas, por un feminismo que acoge y abraza la diversidad. Porque las mujeres gitanas tenemos mucho que decir.
¡Opre Rromnia!
Te aven Baxtalé
¡Que ya está aquí!, ¡Que ya está aquí! ¡el feminismo romaní!