Hablar rromanó es resistencia
En 2015, la UNESCO proclamó el 5 de noviembre como Día Mundial del Idioma Romaní, con el propósito de fomentar la preservación de la lengua y la cultura romaníes, mejorar el bienestar del Pueblo Rromá y reconocer la importancia de todas las lenguas como patrimonio vivo de la humanidad. La diversidad lingüística no es una simple muestra de pluralidad cultural: es una fuente de fortaleza y cohesión que enriquece a todas las sociedades.
Cuando decimos que hablar rromanó es un acto de resistencia, no pronunciamos un eslogan vacío, sino una verdad histórica. El viajero y filólogo George Borrow, tras analizar las 459 leyes promulgadas entre 1499 y 1812 contra el Pueblo Gitano en España, afirmó: “Dudo que haya un país donde se hayan promulgado más medidas para suprimir el nombre, la raza y la forma de vivir de los gitanos”.
En este 600 aniversario de la llegada del Pueblo Rromá a la Península Ibérica, es necesario recordar las consecuencias de esas legislaciones que pretendieron borrar una identidad colectiva. Una de las más dolorosas ha sido la pérdida de nuestra lengua vernácula, el rromanó, amputada por siglos de persecuciones, prohibiciones y asimilaciones forzadas.
La lengua no es solo un medio de comunicación: es el vehículo de la memoria, de las tradiciones, de la historia y de la espiritualidad de un pueblo. A cada identidad nacional le corresponde una lengua común que vertebra su relato colectivo. Sin embargo, en el caso de los gitanos y gitanas españoles, ese marcador de identidad nos fue arrebatado.
Hoy, el Pueblo Gitano español es el subgrupo étnico romaní con menor número de rromanó-parlantes de Europa. Nuestro kaló (o caló), único vestigio de aquel idioma milenario, es un pogadolecto mestizo que, con sus variantes y adaptaciones, también se encuentra en riesgo de desaparición. Algo similar ocurre con el erromintxela, lengua mixta del País Vasco que combina el euskera y el rromanó, y que apenas hablan un millar de personas.
Paradójicamente, el castellano actual está impregnado de voces gitanas. Palabras, expresiones y giros lingüísticos del kaló —y, en menor medida, del rromanó— forman parte de nuestro habla cotidiana sin que muchas veces seamos conscientes de ello. Incluso en América Latina, donde se hablan diversas variantes del español, sobreviven términos de raíz gitana, como herencia invisible de una historia compartida.
Sin embargo, a diferencia de otros países europeos —como Croacia, Hungría, Rumanía, Suecia o Bulgaria—, en España aún no existen políticas públicas sólidas para la recuperación y promoción del rromanó o del kaló. En algunos de estos países, la lengua romaní es reconocida oficialmente, puede estudiarse en el sistema educativo e incluso acceder a la enseñanza superior, como ocurre en Francia.
España sigue teniendo esa asignatura pendiente, y este 600 aniversario puede y debe marcar un punto de inflexión. Desde FAKALI, reivindicamos que la reparación histórica también pasa por la lengua, por devolverle al Pueblo Gitano la posibilidad de reencontrarse con su palabra, con su forma de nombrar el mundo.
Este año, desde FAKALI hemos impulsado una experiencia piloto en La Línea de la Concepción mediante una serie de seminarios para la recuperación del kaló, que han tenido una acogida extraordinaria por parte de la comunidad gitana y del entorno académico. Pero estas iniciativas, aunque necesarias, no pueden sostenerse sin el compromiso firme de las instituciones públicas.
Es urgente articular una estrategia nacional de recuperación y enseñanza del rromanó y del kaló, con recursos, formación y apoyo institucional. Solo así podremos hablar, dentro de unos años, de una auténtica recuperación identitaria, que ponga a España como modelo europeo en la protección y revitalización de la lengua romaní.
Porque hablar rromanó no es un gesto del pasado: es un acto de dignidad y de futuro. Las sociedades democráticas deben virar hacia modelos más abiertos, plurales y amables, donde todas las lenguas y culturas tengan su espacio y su reconocimiento.
Solo así construiremos una Europa verdaderamente inclusiva, donde la voz del Pueblo Gitano no solo se escuche, sino que se reconozca como parte esencial de nuestra historia compartida.






