EL PUEBLO GITANO TAMBIÉN LO SUFRIÓ… Y LO SIGUE SUFRIENDO

Conmemoramos este año el Memorial del Samudaripen marcados por el regreso de la guerra a las puertas de Europa. Ese mal inhumano ha vuelto a golpearnos duramente, y nos ofrece imágenes de muerte, dolor y destrucción como hacía mucho tiempo no veíamos por nuestro viejo continente.

Imágenes que nos enfrentan también a la cruda realidad del antigitanismo, que no sólo no descansa en tiempos dominados por las armas, sino más bien al contrario, se refuerza. El tratamiento que están recibiendo nuestros hermanos y hermanas, gitanos y gitanas, como refugiados de guerra en las fronteras de la Unión Europea, y que ha sido denunciado por diversos organismos públicos y privados internacionales, es una buena muestra de ello.

La historia se repite. Los más vulnerables son los que más sufren el sinsentido de los conflictos bélicos, cuyas consecuencias padecen ante el más doloroso de los silencios, y la más cruel de las indiferencias.

En esta jornada que recordamos a todas las víctimas gitanas de la barbarie totalitaria nazi, queremos hacer un llamamiento a la sociedad para que no se olvide que la intolerancia, el odio y la violencia no están tan lejos de nosotras y nosotros como pensamos.

En Peal de Becerro, en Jaén, hemos asistido hace pocos días a una nueva y deplorable versión moderna de la “Gran Redada de Fernando VI”, que también rememoramos en esta fecha. La persecución de la ciudadanía gitana inocente vuelve a poner de manifiesto el injusto sino de que siempre pagan justos por pecadores, en el contexto de un discurso de odio antigitano masivo y naturalizado que degenera en violencia y pogromos.

Los derechos y las democracias conquistadas en el presente son frágiles y vulnerables. Y debe servirnos como ejemplo lo ocurrido en la Alemania nazi para entender que el crecimiento de los populismos nacionalistas, a caballo de las crisis socioeconómicas sucesivas que hemos sufrido en los últimos años, es un peligro no sólo para los grupos sociales minoritarios, porque son estos el principal objetivo del rechazo y el odio cuando la situación social y económica se vuelve difícil, sino para esa parte de la sociedad que cree en la tolerancia, la igualdad y la solidaridad como valores que deben regir nuestra convivencia ciudadana.

A pesar de las dificultades del presente, volveremos a salir adelante. Tenemos este convencimiento porque a lo largo de la historia hemos demostrado sobradamente que somos un pueblo resistente. Y en este Memorial del Samudaripen es justo reconocer a referentes positivos de nuestro pueblo, referentes que resistieron a la muerte y al silencio, y que nos han dado testimonio de vida sobre lo que supone defender tu propia dignidad, identidad, cultura o lengua sin caer en la venganza, el revanchismo o el odio.

Recordamos por ello, especialmente a Philomena Franz, en el centenario de su nacimiento, y a Reinhard Florian, cuyos testimonios acerca de lo vivido por nuestro pueblo durante la Segunda Guerra Mundial son fundamentales para concienciar a toda la sociedad acerca del poder destructor del odio, pero también de la inconmensurable capacidad humana para reconstruir sobre las cenizas del dolor y la muerte un mundo más justo, igualitario y pacífico.

En estos tiempos difíciles, en los que la paz vuelve a ser el bien más deseado y anhelado por la sociedad, apelamos a la conciencia general para que en este día no nos olvidemos de las víctimas gitanas del totalitarismo nazi y de la sinrazón del discurso de odio, y seamos capaces de transmitir a las generaciones futuras la importancia que tiene consolidar un modelo social en el que no nos clasifiquen, y mucho menos nos violenten, en función de nuestra pertenencia étnica.

En tiempos de inestabilidad, el espíritu inquebrantable del Pueblo Gitano seguirá estando más presente que nunca, como la huella que el tiempo no ha podido borrar.

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