Hans Schulz reflexiona sobre el “fantasma de los nuevos genocidios” que despierta la situación de cientos de gitanos que huyen de un pueblo de Hungría por miedo a la violencia de personas de extrema derecha que se instalaron en el lugar y los amedrentan. (Bariloche 2000. Diario Digital Interactivo)

Un fantasma recorre Europa


La noticia de que cientos de gitanos huyen de un pueblo de Hungría por miedo a la violencia de un grupo de 2.000 personas de extrema derecha que se ha instalado en el lugar y hacen desfiles militares ante sus casas,  siempre es motivo de alarma para todos aquellos que nos preocupamos por esa oscura hojarasca etnocéntrica y xenófoba que no se resigna a morir en la Europa que surgió de las cenizas de la II Guerra Mundial.

 

 

 

 


El grupo en cuestión se llama “Vedero” (Fuerza de defensa) y a juzgar por las fotos tienen todas las características de los grupos de extrema derecha globales, sean Skinheads alemanes o ingleses o miembros de los grupos de Supremacía Blanca de los Estados Unidos. Su objetivo: “proteger la nación de los enemigos internos y externos”. En este caso medran bajo las sombras del partido ultraderechista húngaro Jobbik (www.jobbik.hu) que en las elecciones del año pasado consiguió en el Parlamento el 17 % de los escaños, un porcentaje nada despreciable en el nuevo escenario político europeo, en el cual los líderes de la “Nueva Derecha” han vuelto a mostrar sus afilados dientes con los viejos discursos de los que se alimentaron los que generaron el clima previo a los grandes genocidios del siglo XX. Según la Agencia Federal Alemana para la Educación Política (“Bundeszentrale für politische Bildung” / www.bpb.de -) “los enemigos de la “Nueva Derecha Europea”, en su lucha por crear un “Nuevo Destino europeo”, son el liberalismo, el pluralismo, el individualismo y todo el conjunto de ideas que surgió con la Ilustración en la Europa del siglo XVIII. Niega así la igualdad de los hombres/mujeres y promueve el concepto del “Pluralismo étnico”, es decir la creación de Naciones étnicamente homogéneas. Esto no sucede sólo en términos prácticos, como es el caso de los grupos de extrema derecha que marchan y contramarchan como espectros del pasado en las calles de la Europa ilustrada del siglo XXI, sino también en el plano teórico con su proclama “De la Esencia y la Voluntad” de la “Escuela de Dresden” en la cual el Partido Nacional Alemán (NPD) se opone a las ideas de la “Escuela de Frankfurt”.

Pero esto es sólo un atisbo de lo mucho que sucede debajo de la superficie de la Europa “civilizada”, ese mosaico de abigarrados pueblos que a lo largo de los siglos expulsó a tantos de sus habitantes – incluidos a mis abuelos – a los más variados confines del planeta. Nosotros, los habitantes de la Argentina, también somos un vasto pluralismo étnico en un mismo país y es por ello que no debemos dejar nunca de observar con atención lo que sucede en los demás países del mundo, para aprender y estar atentos. Cuando en febrero de 1848 se publicó en Londres por primera vez el “Manifiesto del Partido Comunista”, Marx y Engels comenzaban diciendo: “…Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes…” Hoy estamos ante otros fantasmas, uno de ellos la radicalización de las derechas y el diseño de nuevos genocidios sobre la matriz de los que una vez hubo.

“El problema gitano”
“Die Zigeunerfrage”


Lo que también me atrajo de la escueta información sobre lo que sucedía en un lejano pueblito de Hungría fueron como siempre las fotos que acompañaban la nota. Y a través de las fotos actuales de aquellos a los que los alemanes en años previos a la guerra llamaron “gitanos”, “vagos”, “reticentes al trabajo” y “nómades vagabundos” – algo similar a nuestros gauchos “vagos y mal entretenidos” – llegué nuevamente a una serie de fotos del Archivo Nacional Alemán (“Bundesarchiv”) del año 1940 que siempre me había llamado la atención. Las fotos son de mayo de 1940 y registran el acarreo y la deportación de más de dos mil gitanos – hombres, mujeres y niños – frente a la mirada de los ciudadanos alemanes comunes que observaban indiferentes.

Desde la estación de tren de un pueblo llamado Asperg, los gitanos fueron llevados en trenes a un destino incierto en la Gobernación General de Polonia, convertida en esos años en una especie de GULAG en donde los deportados  perdían todo tipo de esperanza.  La deportación de mayo de 1940 fue un ensayo y la antesala para las futuras deportaciones de judíos a los campos de exterminio de la Europa Oriental. Los gitanos tuvieron que pagar sus pasajes pero por las condiciones del viaje el monto se les redujo a la mitad. Tal era el grado de perfección al que había llegado la burocracia nacionalsocialista. En cuanto a la tipificación previa del “tipo étnico” del gitano, ya unos años antes, el antropólogo alemán Dr. Adof Würth había comenzado un trabajo de investigación y clasificación del “material humano” y las genealogías del pueblo gitano en Alemania con la ayuda de los censos de las parroquias y las actas policíacas. Como un anticipo conceptual a la terrible jerga nacionalsocialista el antropólogo ya habla del “problema Gitano” (“Die Zigeunerfrage”).

Cuando los funcionarios deciden la deportación, los antropólogos ya se habían ocupado de la clasificación científica del objeto de estudio a deportar. De lo demás se iba a ocupar la GESTAPO y la Policía Criminal. “Una mujer embarazada es más fácil de transportar que una mujer con un hijo pequeño”, dicen los protocolos de un funcionario de la policía criminal y agregan: “porque durante el transporte había chicos que habían nacido unos días antes. Ocuparse de ellos en la calle, en el lugar de reunión y durante el transporte fue muy trabajoso.”

El genocidio y la reparación histórica

Lo que sucedió después todos lo sabemos. Los gitanos, como pueblo “diferente” y sin anclaje nacional se hundieron en los laberintos del genocidio europeo. Himmler anunció en septiembre de 1941 que el viejo Reich alemán y el “Protectorado” del Este debían ser vaciados de judíos y de gitanos. Sólo como ejemplo de un destino anunciado podemos mencionar a los más de cinco mil gitanos que llegaron al Ghetto de la ciudad de Lodz en noviembre del año 1941 deportados en vagones de ganado desde Alemania. Más de la mitad eran niños. Una gran parte murió de tifus y los que sobrevivieron fueron gasificados en autos especialmente acondicionados para ello en enero de 1942. Ninguno de los deportados sobrevivió.

Sus pertenencias en territorio alemán fueron confiscadas y sufrieron saqueos espontáneos por parte de miembros de aquellos que se consideraban únicos especimenes susceptibles de pertenecer a “la comunidad del pueblo alemán” Se calcula que entre los años 1939 y 1945 fueron exterminados 15000 gitanos de Alemania, más de diez mil en los campos de exterminio de Auschwitz-Brkenau. Debido a las imprecisiones históricas y a las complejidades de un exterminio más difícil de precisar que el genocidio judío, los historiadores estiman la cifra de gitanos asesinados durante la guerra en algo más de cien mil. Muchos de ellos también fueron asesinados en masacres y ejecuciones – Kraljevo, Kraquievac (2) – que realizaron unidades de la policía alemana, comandos especiales del Ejército alemán y las SS.

Una vez finalizada la guerra, fueron pocos los procesos que condujeron a condenas firmes para los responsables del genocidio. La mayoría de los condenados fueron amnistiados prontamente. De los miembros de las fuerzas policiales que participaron en las ejecuciones la mayoría volvió a sus funciones una vez finalizada la guerra como es el caso del oficial de la SS y  criminal de guerra Heinrich Bergmann, participe activo en acciones asesinas contra los gitanos de Estonia en el año 1942, y que en el año 1955 volvió a sus funciones y se jubiló como policía en la República Federal.

En Alemania y en otros lugares de Europa son muchos los memoriales, monumentos y centros de documentación que se han ido inaugurando a lo largo de las décadas (En Alemania: Colonia, 1990; Magdeburg, 1998; Frankfurt, 1997; Marburgo, 2009). En Ucrania, en agosto del año 2005, el parlamento estableció el día 2 de agosto como “día oficial de recordación del Holocausto de los Roma”. Recuerda el último día del “Lager de los gitanos de Auschwitz-Birkenau” del año 1944, cuando fueron asesinados por asfixia de gas los últimos dos mil novecientos gitanos que habitaban ese campo de concentración.

Sin embargo, una de las inauguraciones más emotivas tuvo lugar en la estación de tren de Asperg, Alemania en el mes de mayo del año 2005. Allí junto a autoridades alemanas locales y nacionales, familiares de los sobrevivientes del genocidio, frente a la mirada de otros alemanes, volvieron a recorrer las mismas calles que llevaron a sus parientes desde sus casas a los lugares de concentración y finalmente a la estación para ser deportados en los lúgubres días de mayo del año 1940

Reflexión final


“Porrajmos” llamó el pueblo gitano – Sinti y Roma –  a su genocidio, que traducido a nuestro idioma quiere decir imperfectamente algo así como “La Gran Desaparición” o “La Gran Destrucción”. Para un descendiente de alemanes ver familias enteras en movimiento para escapar de los violentos xenófobos amenazantes es siempre un espectáculo inquietante, más aún si sucede en Europa, cuna del más grande y ejemplar genocidio del siglo XX. Si acaso existiera una “Nueva Derecha” que hubiera aprendido de los tenebrosos errores de sus antepasados políticos, nuestra mirada, aún crítica, sería más benévola. Pero observar a través de los que ocurre en un pequeño pueblo de Hungría el ritual del eterno retorno de los mismos discursos, los mismos rostros, las mismas vestimentas y las mismas actitudes racistas de todo aquello que hace poco más de sesenta años llevó a la pérdida paulatina de lo que llamábamos “humano y civilizado”, no deja de causar una cierta aprensión.

Una noticia de actualidad, un par de fotografías de Hungría y otras más de un archivo alemán de la II Guerra componen de esta manera un rompecabezas histórico y político complejo e invitan a una reflexión más profunda sobre un pasado que no se resigna a morir y ante el cual debemos estar siempre alertas.


(1) Los uniformes negros de esta milicia llevan el emblema rojo y blanco de la antigua bandera de Arpad (Héroe legendario de Hungría) que utilizaba una milicia fascista húngara durante la guerra y que se ocupó de llevar a cientos de miles de judíos húngaros a los campos de exterminio. La misión de la guardia es defender  ”la física, espiritual y emocionalmente indefensa Hungría.”


(2) Las masacres de Kraljevo y Kragujevac son consideradas ambas crímenes de guerra del Ejército alemán en el territorio de Yugoslavia  ocupado durante la II Guerra. Como acción de represalia por una emboscada, en octubre del año 1941 miembros del cuerpo de infantería del Ejército alemán ejecutaron en la ciudad de Kragujevac dos mil trescientos habitantes y en la vecina, Kraljevo otros mil setecientos.

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