"Antigitanismo, el racismo consentido"

El 8 de abril se conmemora el Día Internacional del Pueblo Gitano. Esta fecha fue institucionalizada, junto a la bandera y el himno gitanos, en el Primer Congreso Mundial Gitano celebrado en Londres en 1971.

Cada vez que se conmemora la celebración de un día a favor de un pueblo o una comunidad de personas es porque algo falla. Porque existen carencias. Porque no se ha accedido al goce de la plenitud de derechos cívicos. Y porque se dan situaciones de desigualdad entre seres humanos. Aunque resulte tópico recordarlo, no es menos cierto.

Aun así, conmemoramos el 8 de abril por todo lo que significa para el avance y la justicia social de nuestra gente. Pero desde el convecimiento de que esta efeméride no puede significar para la ciudadanía gitana un manifiesto a la esperanza de acabar con las desigualdades. Ni al reto de eliminar la injusticia. El Día Internacional del Pueblo Gitano debe significar una realidad: que todos esos planes, todos esos recursos, y todas esas políticas articulados por los estados miembros de la UE han de traducirse en hechos reales.

Este día expresa claramente el camino que nos queda por recorrer y el trabajo por hacer para llegar a esa tan deseada igualdad entre personas gitanas y no gitanas. Por ello, con el objeto de seguir avanzando en la consecución de su ciudadanía plena y su reconocimiento institucional y cultural, la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas quiere compartir esta fecha con la población gitana y no gitana de Andalucía en particular, y España y el mundo en general, denunciando la escalada de intolerancia que se está viviendo respecto al pueblo gitano y difundiendo y defendiendo una imagen distinta, alejada de prejuicios y estereotipos, y mucho más cercana a su realidad.

El racismo procura por todos los medios que nuestras huellas históricas se olviden, negándolas en la historia oficial no solo de nuestro país. Eso es rebatar nuestro pasado. Y un pueblo que no conoce su historia es un pueblo condenado a seguir siendo oprimido y a asumir todos los estereotipos que le imponen como efecto e impacto de esa construcción perversa que cala en la escuela, en las universidades, en el mercado laboral, en las instituciones, y que propagan los medios de comunicación.

"El desprestigio gitano da mucho dinero a las televisiones, que se han convertido en mercenarias de nuestra identidad estimulando a los racistas y condenándonos a ocupar el último vagón de la sociedad. Este antigitanismo es una forma de violencia consentida. La ciudadanía gitana no sólo puede ser representada por aquellas voces e imágenes que los racistas quieren dar de nosotras y nosotros. No podemos ser objeto de la humillación de las televisiones en particular y los medios en general con el consiguiente descenso de la autoestima de nuestra cultura y la justificación de que las personas gitanas somos los ‘otros’. Por eso tenemos que luchar y combatir para terminar con estas distancias que van marcando cada día nuestra desigualdad", ensalza Beatriz Carrillo de los Reyes, presidenta de FAKALI y AMURADI.

El 8 de abril debe significar, por tanto, una reafirmación de nuestra condición gitana, que es la mejor forma de mostrar al mundo nuestro orgullo legítimo de ser quienes somos. Y también debe servir para expresar a los cuatro vientos que no vamos a continuar callados, que nuestra historia y nuestra cultura son tan ricas y tan importantes que no nos conformaremos con representar esa imagen negativa que tanto daño nos hace y que supone un verdadero lastre para nuestro desarrollo como ciudadanas y ciudadanos de pleno derecho.

Es la hora del pueblo gitano para demostrar la contribución tan importante que ha hecho a Europa, España y especialmente Andalucía. Aunque es en nuestra tierra, donde habita más de la mitad de la población gitana de España, donde se produce la dolorosa paradoja de ir a un colegio y comprobar que el alumnado ni siquiera sabe quiénes somos los gitanos. Nos hacen invisibles. Por eso, desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas hacemos un llamamiento a la ciudadanía y a los poderes públicos para que se unan a nosotras y nosotros no sólo para defender la causa gitana sino para que nuestras sociedades sean más libres, democráticas y justas. La comunidad gitana no se va a conformar ni se va a resignar. No quiere limosna, sino justicia, que significa luchar codo con codo contra el racismo y la desigualdad que corroe las entrañas de nuestras sociedades.

Ese es nuestro afán. Ensalzamos la lucha que las personas gitanas protagonizan por colocar a su comunidad en el lugar que se merece a pesar de la invisibilidad y la desigualdad brutales a las que es sometida a diario. Y el esfuerzo para desarrollarse el doble en la mitad de tiempo sin las condiciones elementales, partiendo desde mucha más distancia que el resto de las personas no gitanas. Seguimos trabajando duro para que nuestros gobernantes y nosotras y nosotros mismos, como pueblo gitano, logremos alcanzar en la práctica el reconocimiento que nuestra cultura debe tener y que nunca ha tenido. Las mujeres gitanas, como motor de transformación, demostramos día a día que no representamos a un pueblo conformista ni un pueblo resignado, sino justamente lo contrario. Somos parte de un pueblo inagotable, luchador e invencible.

Sastipen Thaj Mestepen (Salud y Libertad)