Que no se olvide: la historia del Pueblo Gitano también se cuenta desde la resistencia
La historia silenciada de las minorías étnicas en todo el mundo está marcada por el expolio y la violación sistemática de los derechos humanos. Tanto en el norte como en el sur global se repiten los mismos patrones: edictos y legislaciones represivas, expulsiones, persecuciones, genocidios, epistemicidios, pogromos e incluso prácticas destinadas a controlar la natalidad y la reproducción, respaldadas por ataques biológicos como la eugenesia. En resumen, este ha sido el trato recibido por las minorías por parte de los poderosos.
No podemos pasar por alto que la historia del Pueblo Rromá ha llegado hasta nuestros días con páginas desgastadas, con un relato incompleto elaborado por la gitanología, es decir, por aquellos aficionados a la cultura gitana que han creado arquetipos según las épocas. De este modo, se ha representado a la mujer gitana, por ejemplo, como una bruja, promiscua y rebelde, en la época victoriana, para luego pasar a ser retratada como sumisa y machista en la actualidad.
Otro de esos estereotipos ha sido el del gitano como sujeto pasivo, es decir, un grupo de personas que ha permanecido inmóvil ante las sacudidas de la historia. Esta representación alimenta la creencia de la despolitización romaní, la escasa participación gitana en momentos clave de la historia, y, por supuesto, la afirmación de que la ciudadanía gitana no se ha opuesto a los designios marcados por el poder.
Todas esas falacias o tergiversaciones intencionadas de nuestra historia conducen a la sociedad mayoritaria a aceptar postulados tan nocivos como antiguos. Por ejemplo, la creencia de que la identidad gitana es compartida principalmente por personas inadaptadas y sin conciencia nos reduce a meros instrumentos manipulados por el poder, convirtiéndonos en chivos expiatorios de todos los males, como lo hizo el franquismo en su momento. Este despojo historiográfico y cultural también se ha manifestado (y sigue haciéndolo) con tantas otras minorías en nuestro mundo. Por lo tanto, encontramos episodios de persecución y negación, dejando la historia contada a medias, e incluso siendo negada por una parte de la academia y opacada por los medios generalistas. Al final, se olvida que la historia del Pueblo Gitano también se cuenta desde la resistencia.
Desde la época de la Gran Redada hasta el día de hoy, nuestro Pueblo, por supuesto, ha resistido las injusticias y los intentos de exterminio. Tenemos ejemplos como el de las gitanas encarceladas en la Casa de la Misericordia de Zaragoza durante la Gran Redada, donde no sólo organizaron motines para terminar huyendo de aquellas cárceles, sino que también convocaron huelgas de hambre y revueltas para buscar la libertad sorora de todas y cada una de las prisioneras. Además, encontramos historias de resistencia en el Samudaripen, el Holocausto Gitano. A pesar de ser prejuzgados y maltratados en Europa, los Rromá nunca renunciaron a su conciencia política, étnica y de clase. Un ejemplo notable es el de «I Leoni di Breda Solini» (los leones de Breda Solini), un batallón especialmente activo en las regiones de Emilia y Lombardía, compuesto por gitanos sintis supervivientes de varios campos de concentración, como el de Prignano sul Cecchia, en Módena. Durante el día, este grupo trabajaba en un circo ambulante, pero por la noche se convertían en héroes, llevando a cabo sabotajes y robando armas y municiones de depósitos militares nazis.
Entre otras historias de resistencia, es imprescindible mencionar la de nuestros héroes y heroínas del Samudaripen, como el siempre recordado Raymond Guréme, la gran Alfreda Noncia Markowska, quien salvó a tantos menores del Holocausto, y el boxeador Johan Trollman Rukelli, entre tantos otros y otras. Cada uno de ellos y ellas convirtió su vida en una historia de resistencia, demostrando el poder de la hermandad que siempre ha caracterizado a los gitanos y gitanas. Resistir como forma de vida, a pesar del silencio.
Por eso, ahora que conmemoramos 80 años desde la noche del 16 de mayo de 1944, cuando un grupo de ancianos, mujeres y menores Rromá internados en el campo de concentración de Auschwitz recibieron la información de que serían gaseados a la mañana siguiente, se enfrentaron valientemente a las SS nazis, posibilitando una nueva huida. Queremos mantener viva esa memoria de manera firme y vibrante. La valentía y el dolor de aquellos hermanos y hermanas gitanas no quedarán en el olvido mientras estemos aquí.
Esa ha sido y sigue siendo nuestra historia, una historia repleta de resistencias personales y grupales. Ahora, ya sea en Palestina o en Ucrania, nuestros hermanos y hermanas Rromá continúan resistiendo con todo lo que pueden, y como pueden, ante las embestidas de los enfrentamientos bélicos que, impulsados por intereses económicos, arrebatan la vida de tantas personas inocentes.
Tenemos la obligación de recuperar nuestra memoria. Por eso es tan importante que en España continuemos trabajando por la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de tantos procesos de hostigamiento sufridos bajo el paraguas del antigitanismo. La aprobación de la comisión para la Memoria Democrática del Pueblo Gitano por parte del Gobierno representa una oportunidad única, ya que hasta ahora nuestro pasado ha sido opacado, marginado y, por supuesto, olvidado. Por esta razón, las personas gitanas seguiremos de cerca esta iniciativa para asegurarnos de que nuestra historia reciba el reconocimiento que merece, representado en el color azul y verde de nuestra bandera. Así lo hicieron tantos héroes y heroínas en nuestro pasado, y así lo haremos nosotros y nosotras. Se lo debemos a ellos y se lo debemos a nuestra memoria.
Pincha en la imagen para acceder a materiales que profundizan en este episodio de la historia del Pueblo Gitano.
Opre Ustipen Rromani
Arriba la Resistencia Gitana