RESISTIR COMO FORMA DE VIDA
Si nos preguntasen con qué palabra podríamos recordar a Raymond Gurême, probablemente responderíamos con “resistencia”.
A pesar del rico léxico con el que contamos en nuestro país, esas once letras identifican a nuestro Pueblo, al Pueblo Gitano. Y, por ende, a su historia, en la que se cuentan las vivencias de Gurême, que fueron muchas y muy duras.
Sus primeros quince años los vivió en un circo familiar, donde adquirió diversos roles. De payaso y trompetista a acróbata, pasando por la proyección de cine. Pero una mañana de octubre de 1940 dos gendarmes le dieron el alto a su caravana circense, llevándose a rastras a su padre. ¿Su delito? Ser Rroma. Así acabó Gurême y su familia en los campos de exterminio.
“Nos tuvieron presos por toda Francia”, recordaba hace unos años Gurême, quien tuvo que utilizar todo tipo de artimañas para escapar, para resistir, para soportar los latigazos que acechaban su vida. Consiguió escapar hasta seis veces de los campos de exterminio nazi, a los que después se acercaba en su bicicleta para llevar comida tras la valla. La que separaba a Raymond de su gente.
“Nos pusieron en un campo de concentración cerca de Rouen, en Darnétal, durante dos meses. Más tarde, utilizaron vagones de ganado para transportarnos a otro campo, en Linas-Montheléry, al sur de París”. Así fue su vida desde los quince años, resistiendo a la penuria de una sinrazón, que comenzaba con el bulo y terminaba con la muerte, lo que nos da una idea aproximada de lo que tuvieron que soportar tantas personas. Entre ellas, unos ochocientos mil romaníes que no corrieron la misma suerte que Gurême, quien en su primera escapada pidió permiso a sus padres para salir de aquellos campos de exterminio. No los volvería a ver hasta doce años después.
Como él, muchos iconos romaníes han sido silenciados durante años, pues la memoria histórica gitana continúa oculta bajo siete llaves. Para continuar idealizando una imagen de Pueblo Gitano vago, maleante y de poca incursión histórico-política no interesa recordar la resistencia, que ha sido la que nos ha llevado a aguantar tantos sistemas de exterminio: desde la Gran Redada española, al Imperio Austro-Húngaro o a la Alemania Nazi. Iconos como los de Giacomo “Gnugo” De Bar, gitano sinto italiano, quien formó parte de la resistencia partisana, al igual que sucedió con Rukelli, (cuyo monumento fue atacado hace unos días en Alemania), o como las de aquellas mujeres que se defendieron con garra, ya fuese en la Gran Redada o aquella noche del 16 de mayo de 1944, siguen silenciados. Sus historias siguen sin contarse, sin reflejarse en la historia. Y mucho menos representadas en el cine o la televisión. Nuestra historia, la de la resistencia, la insurrección o la sublevación ante los regímenes autoritarios que han buscado cientos de veces nuestro exterminio sigue quedando cortada o en el mejor de los casos contada por voces interesadas. Por eso es tan importante seguir manteniendo vivos en nuestra memoria a todos esos referentes, gitanos y gitanas que marcaron un antes y un después.
«Nosotros, los viejos, hemos encendido la llama. Ahora os corresponde a vosotros los jóvenes el alimentarla, hacerla grande para que seamos más fuertes. ¡Levantaos, jóvenes! Siempre de pie, nunca de rodillas!». Nos recordaba nuestro tío Raymond Gurême, y no podía haber estado más acertado. Fueron ellos, nuestros mayores, quienes soportaron los envites del odio antigitano en formas de exterminio. Por eso es tan importante ser conscientes de que los fantasmas no pueden volver a ensombrecer esta Europa que continúa repudiándonos. No podemos continuar soportando los bulos a los que nos tienen acostumbrados, ni debemos justificar la intolerancia y el odio con la libertad de expresión, venga de donde venga, y por supuesto debemos seguir llamando a todas las puertas de los gobiernos hasta que nos escuchen. Las situaciones de toda Europa dan pánico, pasando por Turquía a Eslovaquia, Hungría o Italia, sin olvidar tampoco a esta España, donde sale gratis aplaudir la muerte de un gitano, como sucedió en Rociana. Continuaremos mostrándole al mundo que nuestra forma de vida es la resistencia. Y más ahora, cuando se enarbolan símbolos de tiempos funestos para nuestra historia. Permaneceremos de pie, como decía tío Raymond, para que nuestra rueda siga girando. Aquí queda la juventud gitana, que te tendrá vivo en su memoria y luchando, qué duda cabe, contra el monstruo del antigitanismo.
Descansa en Paz tío Raymond Gurême, héroe de la Resistencia Romaní.