Manifiesto de FAKALI con motivo del Día Internacional del Pueblo Gitano #8deAbril

La Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI conmemora cada 8 de abril la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano, que se celebra como herencia de aquel histórico Congreso de Londres de 1971 en el que se institucionalizaron la bandera y el himno gitanos. Una fecha muy significativa que marcó un nuevo rumbo en la reafirmación de nuestra cultura, lengua, historia e identidad. Inseparables de la historia común de Europa y España a pesar de que sigan condenadas al silencio.

Es día de recordar a nuestros antepasados. Debemos hacerlo para proyectarnos en el pasado, para mirarnos en el presente, y saber qué queremos, cómo lo queremos y saber hacia dónde queremos caminar en nuestro futuro. A esos y esas valientes que sin embargo, y a pesar de todas las masacres y violaciones sufridas en sus derechos, han contribuido a demostrar que el pueblo gitano es invencible, resistente a todo intento de aniquilar su cultura. Y por ello, su identidad.

Pero no sólo basta con mirar hacia atrás para recordar por qué estamos aquí. Los gitanos y las gitanas de hoy somos los herederos de nuestra historia. Después de casi 600 años aún no estamos libres de las cadenas de la discriminación, la exclusión y la pobreza. Después de casi seis siglos aún no somos libres del antigitanismo que recorre nuestras calles, que impera en nuestras escuelas, que mutila nuestras oportunidades en el mercado laboral, y que anula nuestra riqueza cultural machacando nuestro prestigio en los medios de comunicación. Pero somos ejemplares porque no hemos crecido en el rencor, porque hemos convertido  esa opresión en dignidad.

Por eso, en el fondo, no debemos construir nuestro futuro de cara vuelta al pasado. En nuestro pueblo aún existe mucho dolor, si bien hemos tenido la capacidad de transformarlo para bien, como bien refleja los versos de Pedro Peña en ese magnífico ‘Orobroy’: “En el mundo sembramos rosas en vez de dolor”.

El 8 de abril todos los gitanos y las gitanas del mundo lanzamos un grito hacia esa libertad que nos ha robado la historia. Es hora de que nuestra fuerza viva siga latente para transformar todas nuestras esperanzas en realidades. Pedimos a nuestra sociedad que se quite la venda porque estamos aquí para demostrar que nuestro pueblo ni se conforma ni se resigna a seguir ocupando el vagón de cola de nuestra sociedad. No queremos solidaridad, exigimos justicia. Abridnos las puertas. Ahora es el momento de salir de las periferias de la marginación para ocupar los centros de la igualdad y del poder que nos merecemos. Ahora es el momento de exigir que nuestra voz y nuestra presencia sean cada día más fuertes y visibles.

Por eso deben garantizarnos que todos esos planes, esas medidas y esas acciones se conviertan en hechos, hechos reales como un mandato constitucional para que el 8 de abril no se convierta en un alegato de buenas intenciones. Ya no nos conformamos con la buena voluntad. La buena voluntad se agradece y ya está. Queremos hechos reales que hagan posible que una niña gitana y una paya disfruten del mismo paquete de derechos y obligaciones. Que eviten que ser gitano o gitana sea un motivo para ser condenados a la pobreza y la exclusión. Que impidan que nuestra cultura sea símbolo exótico para justificar cada día 8 de abril.

Los gitanos y las gitanas de España, Europa y el mundo somos la huella que la historia no ha podido borrar, beneficiarios del único patrimonio que hemos poseído: nuestra cultura.
    
Una cultura que no ha creído jamás en fronteras. Por eso las gitanas del mundo lanzamos cada 8 de abril pétalos a los ríos. Porque los ríos, como nosotras, no piden permiso para avanzar. Por eso nuestro pueblo es un pueblo universal. Como escribía Federico García Lorca en su Romancero: “Lo gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”.

Que sepa el mundo que los gitanos y las gitanas hemos llegado hasta aquí para gritar salud y libertad. Sastipen Thaj Mestepen