FRENTE AL OLVIDO, USTIPEN ROMANI, RESISTENCIA GITANA

Cuando algo nos acecha y oprime, nuestro espíritu vuelve a sacar a relucir esa entereza a la que bien llamamos resistencia. Y hoy, como cada 16 de mayo desde 1944, la proclamamos como Pueblo.

Popularmente, la historiografía universal que ha repasado el devenir de nuestro Pueblo, el Pueblo Rroma, ha ido diseñando un paisaje romantizado y exotizado en lo que se refiere a nuestra verdadera idiosincrasia. Primero fuimos “nómadas que deambulaban de un territorio a otro”. Luego, con el paso del tiempo, fuimos “brujas y hechiceras que construían el amor con astucias y falsedades”. Incluso hemos sido “ladrones de niños”, tal y como la literatura clásica italiana evidencia. Con estos discursos se ha ido construyendo una imagen distorsionada de lo que es ser Rroma, y con ellos nuestro espíritu indomable, por el que no nos amilanamos frente a las injusticias, ha sido guardado en un cajón. Nuestras creaciones culturales han sido resignificadas e incluidas dentro de lo que se conoce como “préstamos”, bajo una descarada intención reduccionista.

Con el paso del tiempo, nuestro Pueblo ha ido consiguiendo mostrar a la sociedad una realidad que ni siquiera había sido tenida en cuenta ni por la historiografía, ni por quienes la contaban, que en su mayoría han sido hombres cuya vinculación con lo gitano era meramente teórica. Y por eso, fechas como el 16 de mayo de 1.944 deben seguir siendo recordadas y mantenidas con el paso del tiempo. En primer lugar, porque de esta manera conseguimos mantener viva la llama de nuestros ancestros, masculinos y femeninos. Especialmente de aquellas víctimas del Samudaripen que perdieron la vida tan sólo por ser lo que somos nosotras, gitanas. En segundo lugar, porque estamos convencidas de que visibilizar fechas como las de la Resistencia Romaní es necesario a los ojos del hoy, pues todavía los efectos colaterales de habernos prejuzgado y desdibujado antaño los seguimos pagando en la actualidad. Y, en tercer lugar, porque debemos recordar que el espíritu gitano de la resistencia permanece vivo en las enseñanzas de nuestras heroínas, que hicieron frente a las SS nazis en el Zigeunelager” de Auschwitz-Bikernau.

El espíritu de la resistencia gitana es algo innato en nuestro Pueblo. De otro modo sería extremadamente difícil explicar cómo hemos llegado hasta hoy, pese a las pragmáticas, procesos de esclavitud, negaciones, prohibiciones y vejaciones a las que hemos tenido que hacer frente en esta vieja Europa. Han pretendido, sin éxito, exterminarnos. Y sin haber protagonizado ningún conflicto bélico entre naciones en más de cinco siglos de convivencia. Más de mil años, si tenemos en cuenta el éxodo desde la India.

Resistir como forma de vida. Resistir como resistimos a las legislaciones y vulneraciones de derechos como los de los artículos cuarto, quinto y sexto de la segunda parte del reglamento para el servicio del Cuerpo de la Guardia Civil, que hasta 1.978 continuaba vigente en España. Resistir como resistimos a las prohibiciones laborales, e incluso a las galeras si rememoramos a aquellas personas romaníes de la época de Fernando VI o a las de aquella Rumanía esclavista. Y resistir como resisten nuestros hermanos y hermanas que siguen soportando las consecuencias indirectas de un conflicto bélico en Ucrania. Ha sido, y sigue siendo, una realidad el hecho de que la resistencia, ustipen en romanó, jalona nuestra obstinada tenacidad a no dejar de ser lo que somos a pesar de que el propio sistema así lo ha intentado de mil y una formas distintas.

Nos ha costado la vida, inclusive. Pero todo tiene, por lógica imperante, un principio y un final. Porque el antigitanismo no puede seguir saliendo gratis. Y por ello tenemos la esperanza de ver cómo la aprobación de la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación se convierte no sólo en una herramienta que se ajusta a la realidad de las situaciones que vivimos los y las gitanas españolas, sino que su puesta de largo suponga también el camino hacia un nuevo horizonte donde nuestras vivencias sean respetadas. Un horizonte donde, al fin y al cabo, podamos vivir en paz. Nunca hemos pedido, ni exigido, territorios porque no los necesitamos. Solo hemos precisado de nuestras familias, que son nuestro tesoro. Sin embargo, cuando algo nos acecha y oprime, nuestro espíritu vuelve a sacar a relucir esa entereza a la que bien llamamos resistencia. Esa a la que los historiadores no han sabido encontrar explicación alguna.

Por eso, la inclusión del antigitanismo en el Código Penal, gracias a la conocida “Ley Zerolo”, se convierte en otra forma más de ejercer nuestra resistencia y nuestro derecho como Pueblo. Nos queda un lungo drom, un largo camino, sobre el que construir la realidad de la igualdad plena. Y vamos por el buen sendero. Se lo debemos a nuestras heroínas de la resistencia y a nuestros hijos e hijas, que llevan también en sus ADN ese espíritu indomable.

Te avel baxtaló o romanó ustipen dives
Feliz día de la Resistencia Romaní

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