MANIFIESTO 8A 2023 NUESTRA RROMANIPEN, NUESTRA IDENTIDAD

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Treinta y tres años han pasado de aquel IV Congreso Internacional Romaní, en el que se institucionalizó el Día Internacional del Pueblo Gitano. Desde aquella cita, celebrada en la ciudad polaca de Serok, la fecha del 8 de Abril está adquiriendo una dimensión política y social de especial calado que nos ayuda a poner de relieve la realidad Rromá. También en esta fecha, en la que recordamos la celebración del I Congreso de Londres, motor de nuestra lucha, que viene heredada de quienes nos antecedieron, sirve para poner de relieve nuestra Rromanipen, nuestra identidad. Esa identidad gitana no se compra ni se vende. Por eso, el 8 de Abril también debe ser un día para recordarle a los poderes públicos que queda mucho por hacer, que no todo está conseguido y que ahora, cuando planean sobre Europa los viejos monstruos del racismo y la xenofobia, auspiciados en discursos neofascistas con un claro odio antirromaní, debemos estar más vigilantes que nunca todas y cada una de las personas que creemos en un Estado de derecho.

Un Estado democrático, constitucionalista y plenamente integrado en el siglo XXI no puede permitirse ni un momento más pasar por episodios vergonzosos para la especie humana. Ahí tenemos el ejemplo de las personas ucranianas refugiadas por la invasión rusa, de las que unos cientos de miles son hermanos y hermanas nuestras, romaníes como nosotras. Durante meses han tenido que aguantar estoicamente en las fronteras polaco-ucranianas, debido a que ningún país les ha dado asilo político ni atención. Una realidad que pone de relieve cómo y de qué manera se siguen salvando vidas dependiendo del color de la piel dentro y fuera de nuestras fronteras. Tenemos el ejemplo de la catástrofe de Turquía y Siria, que con el desgraciado terremoto también se ha llevado la vida de varias familias romaníes, sepultadas por sus propias casas. Una desgracia que se confirma cuando la infravivienda es el pan nuestro de cada día, pues recordemos que el chabolismo y las paupérrimas condiciones de habitabilidad están sobrerrepresentadas por rostros gitanos. Devel acoja en su reino a los miles de víctimas de este horrible suceso.

¿Qué decir de Grecia? Han sido ya tantos los episodios de violencia policial antirromaní con resultado de muerte en el último bienio que nos han dejado sin palabras… En todos la Justicia helena dirime si los policías merecen o no una condena ejemplarizante. Y la respuesta europea fue tibia en comparación con lo ocurrido en Estados Unidos con el asesinato de George Floyd. Le quitaron la vida de manera cruel, injusta y tormentosa. Le quitaron la vida de la misma manera que a nuestros hermanos Stanislav Tomas en República Checa y Nikos Sabanis en Grecia, pero las respuestas sociales no han sido iguales. Ha habido silencio internacional para ellos dos. Por eso la memoria de estos jóvenes romaníes no pasará desapercibida para nosotras. No podemos permitírnoslo.

¿Qué decir de Italia? Donde el antigitanismo ya no sólo se convierte en lema para buscar votos en las pasadas elecciones, sino que hemos llegado a un punto de racismo normalizado tan álgido que se ha llegado a dar la voz de alarma en una estación de metro de Roma por la mera presencia de personas gitanas hace tan sólo unos días. “Cuidado con los gitanos, cuidado con los gitanos”, alertaban por megafonía desde la estación del Metro A de la capital italiana, como si ello fuese el anuncio inequívoco de su peligrosidad. Por ello tenemos que aspirar a que el antigitanismo, la romafobia en su versión internacional, no sólo sea sancionada, sino que sea residual en un tiempo cercano. Hoy en día no son precisamente pocos los casos de exclusión, ensañamiento o insinuación, ya sean apoyados en un dudoso humor o de forma directa y sin cortapisas. Recibimos cientos de denuncias a nuestro Buzón Contra el Antigitanismo por estos hechos, que no son aislados, insistimos, si no que desgraciadamente forman parte de la realidad cotidiana de muchos gitanos y gitanas.

En España tampoco el antigitanismo pasa de puntillas. Está siendo arduo el trabajo de denuncia pública hacia los cientos de expresiones de racismo cotidiano, y seguiremos desde FAKALI, qué duda cabe, llevando ante los tribunales a los militantes racistas. La última hasta el momento ha sido la de los vídeos de la abogada Begoña Gerpe. No cejaremos en el empeño hasta poner fin a ese racismo antigitano que una parte de la sociedad continúa cobijando bajo el paraguas de la libertad de expresión. No, vilipendiar, repudiar y vapulear la imagen de todo un Pueblo no es libertad de expresión. Es racismo, y así nos lo ha hecho saber la Fiscalía de Delitos de Odio en varias ocasiones.

Es hora de hacer política real, efectiva y transversal. Tras varias conquistas desde el poder legislativo, como la inclusión de nuestra historia y nuestra cultura en los libros de texto de Primaria y Secundaria; la presencia del antigitanismo como agravante en el Código Penal; o las muchas proclamas y avances que nos llevarán más pronto que tarde hasta un futuro Pacto de Estado Contra el Antigitanismo, necesitamos que ese corpus legislativo llegue hacia las comunidades y cada uno de los municipios de nuestro país. No debemos olvidar que este fenómeno es una lacra que lleva demasiado tiempo causando diferencias sociales, económicas, educativas, laborales y sanitarias en nuestra gente. Pero esas conquistas, esas simientes, esas semillas necesitan sus frutos. Nos urge que las medidas sean efectivas en nuestro día a día.

Por eso, en estos momentos, las comunidades autónomas y el municipalismo son trascendentales. Y entre ellos, los consejos autonómicos gitanos juegan un papel crucial. No sólo se trata de llevarnos hacia el culmen de la conmemoración de los días ‘señalaítos’, como bien canta el tío Raimundo Amador, sino de evitar casos dantescos como los padecidos este verano en Andalucía, con dos pogromos, dos casos de enaltecimiento del odio por turbas enfurecidas. No podemos olvidar que Andalucía sigue posicionándose como la comunidad autónoma con mayor número de episodios de violencia antigitana, protagonizada por la sinrazón del odio. Además de seguir siendo la que mayor número de barrios empobrecidos presenta de todo nuestro país. Y esos barrios siguen teniendo una sobrerrepresentación romaní.

Por nuestra parte, qué duda cabe, seguiremos luchando. Venimos de una estirpe que no se amilana. Que no se achanta. Que ha sabido traspasarnos unos valores inquebrantables, duros como raíces de árboles sanos. Por eso seguimos manteniendo el orgullo de ser mujeres gitanas que han roto con los patrones del machismo y del antigitanismo, que son causa y efecto de una misma ideología. Nos queda mucho por hacer, pero son cada vez más también los síntomas de avance y de compromiso público y político. Cada vez somos más visibles. Somos más las que alzamos nuestra voz por una justicia social que nos reconozca y nos respete. Y este 8 de Abril es una ocasión inmejorable para recordarlo.

Opré Rromá. Opré Rromnja.