8 DE ABRIL: POR LA IGUALDAD, POR LA PAZ, POR LA GITANIDAD

Un año más nos encontramos conmemorando el 8 de abril; nuestro día, el Día Internacional del Pueblo Gitano. Una jornada en la que millones de personas gitanas nos reunimos para honrar la memoria de quienes ya no están y defender nuestra forma de sentir y entender el mundo que nos rodea en actos que dignifican nuestra historia, nuestra cultura y nuestra identidad.

Este año volvemos a encontrarnos en un día tan señalado para nosotros y nosotras, el Pueblo Rromá, en circunstancias difíciles para el mundo. En los dos años anteriores golpeados por la pandemia, en este 2022 enfrentando el fantasma de la guerra por nuestra vieja Europa. El conflicto bélico desatado en Ucrania, con sus terribles consecuencias, nos recuerda que cualquier sociedad, por muy avanzada que sea o segura que se sienta, puede sufrir este mal que quebranta los principios humanos más elementales.

Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI queremos mostrar nuestro apoyo a todas las víctimas de la guerra, a las personas refugiadas (la mayoría mujeres y menores de edad), y especialmente a nuestros hermanos y hermanas, gitanos y gitanas, que están sufriendo en su huida de la guerra el odio más descarnado en su vertiente antigitana a ambos lados de la frontera.

Nos parece inadmisible que los gitanos y las gitanas estén más desprotegidos que el resto de las personas que tratan de escapar de la barbarie, por lo que reclamamos a las autoridades nacionales y europeas competentes que investiguen dichos abusos, y pongan las medidas necesarias para que estos hechos no vuelvan a producirse.

Ante el rostro tétrico de la guerra solo nos queda el valor de la solidaridad, de la empatía, y de la comprensión mutua para que la humanidad prevalezca. Y de esos valores sabe, y mucho, el Pueblo Gitano. Somos un pueblo superviviente, un ejemplo para las generaciones presentes y futuras sobre cómo resistir pese a todos los intentos de exterminio padecidos, como los que nos tocó padecer en tiempos de la Gran Redada de Fernando VI o durante el Holocausto nazi.

De hecho, aún hoy en día seguimos padeciendo ese odio visceral dentro y fuera de las fronteras de la Unión Europea. Por eso, no podemos olvidar los hechos que se han cobrado la vida de nuestros hermanos y hermanas como Stanislav Tomas en República Checa; Nikos Sabanis y la pequeña Olga en Grecia; las decenas de romaníes asesinados en Vitória da Conquista en Brasil o a Manuel, Daniel o Eleazar en España. No podemos olvidar tampoco en este día que el antigitanismo mata, que el antigitanismo ahoga, que el antigitanismo excluye y nos condena tanto a nosotros y nosotras, al Pueblo Gitano, como al resto de la sociedad, pues por cada vida romaní truncada, sabemos a ciencia cierta que la humanidad se corrompe un poco más. Los principios democráticos que nos enriquecen a todos se pudren por cada derecho romaní vulnerado.

En nuestro día, como en el resto de los días del año, volvemos a alzar la voz para reclamar a la sociedad mayoritaria, los poderes públicos y las autoridades no que permitan, sino que garanticen que sigamos avanzando por el camino de la igualdad plena en el ejercicio de los derechos reconocidos a todas las personas, respetando nuestra identidad e idiosincrasia.

No permitiremos que nos sigan queriendo hundir en el barro de la intolerancia y de la ignorancia. Los gitanos y las gitanas somos lo que queremos ser, no lo que pretenden imponernos por medio de tópicos y estereotipos que durante demasiado tiempo nos han señalado y situado en el vagón de cola del desarrollo humano.

Tenemos esperanza en el futuro, creemos en las nuevas generaciones de gitanos y gitanas, que están abriendo caminos que nos van a llevar, sin duda alguna, al fin que buscamos: la plena igualdad. Pero para llegar a ella debemos ser conscientes de que también vale el camino del reconocimiento de nuestros méritos propios, no lo olvidemos.

Es hora de asumir que en esta tierra la gitanidad ha creado parte trascendental de la idiosincrasia andaluza, siendo la única cultura viva e inalterable al paso del tiempo de las cinco que han conformado Andalucía. No podemos promover la igualdad si al mismo tiempo nos hablan de las tres culturas, dejando a la rromipen guardada en el baúl de las “influencias” o “contribuciones”, como si hubiésemos pasado por aquí de puntillas. La realidad es justo al contrario. Nuestro Pueblo, habiendo pasado por cientos de países alrededor del mundo, ha creado parte de la realidad de cada territorio. Por eso, la identidad romaní es universal, pero definida y clara como el cielo de nuestra bandera.

No queremos, como gitanos y gitanas con plena conciencia, limosnas ni dádivas. Queremos y exigiremos lo que por justicia nos corresponde. No podemos permanecer impasibles ante la vulneración de nuestros derechos día sí y día también. No podemos esperar a que esa igualdad nos venga dada porque nuestra historia nos demuestra una vez más que esa no llega si no se exige, si no se aborda, si no se trata. Por eso, los servidores públicos, como garantes de la Constitución son una parte indispensable de este proceso hacia la equidad y promoción de nuestro Pueblo en todos y cada uno de los aspectos en los que, todavía hoy, seguimos estando en la más realista y cruel desigualdad.

Del mismo modo, estamos convencidas de que la paz prevalecerá, y que cuando las armas callen, el diálogo, el entendimiento y la tolerancia se abrirán paso para que todos y todas disfrutemos de una sociedad más abierta, libre e igualitaria.

Nosotras, las gitanas, seguiremos guardando el ascua, la llama y la esencia de nuestros principios, que no se venden ni se cambian; permanecen inalterables. No buscamos comprensión ni huecos en las agendas públicas. Buscamos justicia y equidad para con nuestro Pueblo. Sabemos que para ello hacen falta tres principios básicos: verdad, justicia y reparación. Sin ellos, este 8 de abril no tendría sentido.

SALUD Y LIBERTAD.

SASTIPEN THAJ MESTIPEN.

OPRÉ RROMÁ!

OPRÉ RROMNJA!

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