POR NUESTRAS PRIMAS, TÍAS E HIJAS: POR UN 8M DE FEMINISMO ROMANÍ

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FAKALI llama a la fuerza de las mujeres gitanas en su manifiesto por el Día Internacional de la Mujer.

Para nosotras, las mujeres gitanas, el feminismo no se entiende como una cuestión en la que se le da color morado un solo día al año. Nosotras, en nuestra condición de mujeres y gitanas, lo construimos día a día, palabra a palabra y gesto a gesto. No es para nosotras una cuestión festiva, ni lúdica, ni tiene ingredientes de humor. Nosotras entendemos el feminismo como una forma de ser y de vivir que se pone en práctica desde nuestra infancia. Son nuestras tías y primas las que hacen que arda en nuestro interior una llama a la que llaman sororidad y que entendemos como phenjalipen: los lazos de unión entre tías, primas y hermanas, al fin y al cabo. Como decimos, el feminismo, como nuestra gitanidad, va intrínseco en nuestra manera de ser y de sentir. Y eso se lo debemos de nuevo a nuestra familia.

Efectivamente, el feminismo gitano promueve la igualdad de género y de trato, manteniendo claramente la importancia trascendental que adquieren nuestras familias. Sin ellas, sin nuestras familias, sin nuestras tías y tíos, nuestros hijos e hijas, nuestras primas y primos, el feminismo no tendría el peso que para nosotras tiene.  De hecho, no hay nada más valiente que el paso que están dando las mujeres gitanas izando la bandera del feminismo. Una apuesta tremendamente difícil pero imparable. Porque el feminismo es igualdad, es avance, es libertad. Somos la mitad del mundo, y en esa mitad nos encontramos también las mujeres gitanas. Nosotras seguimos luchando contra los muros del machismo y el antigitanismo, pues el sistema patriarcal dominante es racista y clasista, no se nos olvide.

Contra todo pronóstico y, aun siendo para una buena parte de la sociedad un grupo de “inadaptadas” o “asociales que no se quieren integrar”, seguimos siendo gitanas y, por supuesto, feministas. Lo fueron nuestras antepasadas antes que nosotras y a ellas les debemos nuestras luchas. Se lo debemos a nuestras heroínas, de entre las que destacamos a Rosa Cortés, a la Andonda o a Pastora Pavón. Se lo debemos a Sofía Kovalévskaya, primera mujer profesora de matemáticas de toda Europa, a Rita Prigmore, a la poeta Papusza, a las cigarreras de Sevilla y a todas aquellas que entregaron sus vidas por salvar las de otras primas y tías durante la noche del 16 de mayo de 1944, haciéndoles frente a las tropas nazis. Y cómo olvidar a nuestras madres, tías, primas y sobrinas. El silencio continúa intentando que ellas no tengan el honor de poder llamarse feministas o subversivas, cuando lo han sido y lo llevan siendo mucho antes de que apareciera siquiera el propio concepto o las nuevas teorías que intentan poner en entredicho el peso que tienen las romís.

Nosotras somos ciudadanas, somos trabajadoras, somos historia, somos poderosas. Somos, efectivamente, esas mujeres que no se amilanan ante nada y ante nadie. Eso justamente, y la historia así nos lo dice, también es ser gitana: una fuente de fuerza inquebrantable que ni los imperios más potentes han conseguido doblegar. El feminismo es el camino recto en el que cabemos todas las mujeres que nos empeñamos en eliminar los obstáculos que impiden desarrollar nuestro proyecto de vida, siendo en nuestro caso el de mujeres y gitanas. No nos rendiremos, ni nos doblegaremos al sistema de dominación machista y racista que impera en nuestras sociedades.

Somos la huella que la historia no ha podido borrar. Somos lo que queremos ser y nadie, absolutamente nadie, puede hablar por nosotras sin conocernos siquiera. Siéntate a mi vera y escucha ¡Las gitanas en la lucha!

Por un feminismo interseccional, libre de cadenas impuestas, combativo, reivindicativo y profundamente antirracista.

Te aven Baxtalé

Opré Rroma!

Opré Rromnia!