ASÍ OPERA EL ANTIGITANISMO DE GÉNERO
UN NUEVO MOVIMIENTO EN REDES INCITA A RIDICULIZAR LA SEXUALIDAD DE LAS MUJERES GITANAS.
Parte de la actividad que desarrolla el Observatorio contra la Discriminación de FAKALI se centra en la monitorización diaria de las redes sociales con relación a la población Rromá. Justamente en estos días hemos podido observar estupefactas cómo se ha ido creando un nuevo movimiento contra la dignidad de las gitanas y los gitanos. En esta ocasión, el foco se ha puesto sobre las mujeres gitanas y, de manera indisoluble, la Rromipen, la gitanidad, vuelve a ponerse en entredicho.
Contabilizamos una cascada de mensajes discriminatorios y vejatorios contra el Pueblo Gitano entre las redes sociales Tik Tok y Twitter, (actual X), habiendo incluso alcanzado varias amenazas e insultos a los activistas romaníes que han alzado la voz contra esta nueva injusticia. Nuestra solidaridad y nuestro apoyo para quienes han recibido esos ataques lamentables y totalmente injustos.
Este nuevo movimiento racista obedece a la viralización de un vídeo (ya antiguo), que vuelve a compartirse sin motivo aparente y que tiene la prueba del pañuelo como hilo argumental. Frente a estas imágenes, los comentarios antigitanos se recrudecen hasta tal punto que algunos podrían ser constitutivos de delitos de odio. Una posibilidad que será puesta en conocimiento de las autoridades competentes por parte de esta federación. No hay que olvidar que la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación se crea, entre otras muchas cuestiones, porque las administraciones saben a ciencia cierta la facilidad con la que se insulta, se veja, se ridiculiza y se ataca a los grupos sociales más vulnerables, entre los que se halla la población gitana con demasiada asiduidad. Por ello, FAKALI, tal y como lleva haciendo desde hace más de dos décadas, volverá a denunciar las veces que haga falta todo ataque hacia una minoría étnica que también forma parte de la ciudadanía española.
Lo cierto es que se han normalizado en la última década a los ataques frontales y racistas por parte de usuarios/as en redes sociales. En muchas ocasiones con perfiles falsos, desde el anonimato. Aunque en esta ocasión la situación ha ido a más. Se trata de personas con su nombre, apellidos y foto de perfil que no dudan un segundo en verter todo el odio posible sobre todo un Pueblo en orden a una cuestión particular, llegando a bromear y ridiculizar el aspecto de niñas menores de edad. Nos aterra, pero también nos espolea, pensar que compartimos sociedad con individuos que atacan con tanto rencor a todo un Pueblo, constituido sólo en España por un millón de personas. Como gitanas, no nos resignaremos para seguir plantándoles cara.
Este, en particular, es un problema endémico heredado del siglo XIX. Antes se hipersexualizaba a las romís en la literatura y el teatro. Y más tarde en el cine. Las mujeres gitanas eran aquellas `salvajes’ y `exuberantes` que buscaban ‘el engaño de hombres blancos no gitanos’ mediante la brujería y la astucia, frente a la moral católica y conservadora. Y ahora, dos siglos después, se han convertido en ´dóciles´ con una ‘cultura más machista, más retrógrada y menos avanzada’ que la mayoritaria.
La cuestión es sencilla: importa el modo, pero no el contexto. Un contexto en el que las denuncias que realizamos con motivo del antigitanismo (incluido el de género, por supuesto) no es secundado por los grupos feministas blancos ni por otros sectores sociales en defensa de los derechos humanos. Las movilizaciones que se generan a lo largo y ancho de Europa no son secundadas de manera generalizada por la sociedad mayoritaria ¿O acaso lo hicieron cuando se dejó morir a Olga, aquella pequeña niña de ocho años mientras agonizaba atrapada por una puerta mecánica en una fábrica del Pireo? No. La sociedad no opinó, ni se solidarizó, ni siquiera se interesó. Y esa es la explicación más práctica de lo que hoy es el antigitanismo: el reduccionismo de casos particulares, convertidos en una supuesta realidad contada por hombres y mujeres blancos y no gitanos, mientras que se silencia y es tratado desde el desdén y el desprecio, con su pertinente dosis de superioridad, aquello que nos asfixia.
Volvemos a pedir a esa parte de la sociedad, tan interesada en la sexualidad romaní, que se siente y escuche a las gitanas. Que se interese por los motivos por los que la brecha social hace que nuestra esperanza de vida, por ejemplo, sea más corta que la del resto de la sociedad. Volvemos a pedir apoyo a esa parte de la sociedad que se atrinchera desde sus redes sociales a la hora de resolver problemas estructurales, permitidos, compartidos y asumidos como válidos. Seguiremos luchando por nuestros hijos e hijas frente a aquellos y aquellas que se cubren los bolsos al vernos entrar con ellos y ellas en un supermercado pero que, casualmente, se desvelan por su sexualidad. Por todo ello, y pese a la dicotomía del racismo/antigitanismo tan diario como permitido, seguiremos siendo gitanos y gitanas, feministas y antirracistas. Por ellos, por ellas, por los que están, por los que se fueron y por los que llegarán.
¡Opré Rromnia!
¡Adelante las Mujeres Gitanas!
PD. Lectura recomendada: “Mujeres Gitanas frente a la desigualdad y a la violencia de género”, de la Asociación de Mujeres Universitarias Romí Andaluzas para la Defensa de sus Intereses, AMURADI (pincha en la imagen).