FAKALI DENUNCIA EL CASO DE ANTIGITANISMO EXTREMO SALDADO CON LA VIDA DE UNA NIÑA ROMANÍ GRIEGA DE 8 AÑOS
La pequeña Olga murió tras 70 minutos de agonía aplastada por la puerta de una fábrica en Keratsini ante la mirada impasible de hasta siete trabajadores.
Nos dirigimos a la embajada de Grecia en España y al Parlamento Europeo como instituciones claves en este desgraciado suceso antigitano.
Desde 2008 hasta hoy contabilizamos 28 casos de violencia antigitana, saldados con un número indeterminado de víctimas mortales que podría superar el medio centenar.
La Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI ha puesto en conocimiento del máximo responsable de la embajada de Grecia en España, Ioannis Tzovas-Mourouzis, el reciente caso de antigitanismo extremo saldado con la vida de una niña gitana de tan sólo ocho años en unas circunstancias ciertamente dramáticas y execrables, solicitando que éstas sean aclaradas con la mayor transparencia y celeridad posible hasta las últimas consecuencias, y recalcando que en pleno siglo XXI ningún país democrático que se precie de serlo debe permitir que estos sucesos se produzcan y queden impunes.
El pasado 17 de noviembre Olga, una niña gitana, buscó refugio en el patio de una fábrica en el suburbio de Keratsini en El Pireo. La pesada puerta la atrapó durante 70 minutos agónicos, pero absolutamente ninguna de las personas que la estaban viendo, la ayudó. Estas horribles imágenes se han difundido a través de un vídeo publicado en redes sociales, y en ellas se observa claramente la desidia más atroz de hasta siete trabajadores que, viendo morir a una niña, se mantienen hieráticos sin mostrar la más mínima humanidad, abandonándola y empujándola hacia una muerte lenta y despiadada.
FAKALI, en su misiva al embajador griego, muestra su más absoluto rechazo e indignación por la muerte de esta joven romaní en la versión más desalmada y despiadada del antigitanismo, que exige un ejercicio de responsabilidad de las instituciones y autoridades pertinentes, depurando responsabilidades, y haciendo un llamamiento público y social que condene estas atrocidades, que nos evocan a un pasado de persecuciones y terror que, sin duda, no son propias del actual espacio europeo común de defensa de derechos y libertades en el que también se halla la República Helénica de Grecia.
Por tal motivo, FAKALI ha iniciado igualmente gestiones con los distintos grupos del Parlamento Europeo para la defensa de los derechos y la dignidad de la minoría social más importante del viejo continente como es el Pueblo Gitano, que cuenta con una población de 14 millones de personas. No podemos seguir permitiendo el silencio más atronador con el que los gitanos y las gitanas de Europa estamos agonizando siendo víctimas de incontables injusticias cometidas contra nuestro Pueblo, bajo el amparo de un antigitanismo demoledor que intenta destruir cada día a nuestra gente, y que pone en peligro nuestras vidas.
De hecho, según un informe elaborado por FAKALI fundamentado en publicaciones de medios de comunicación de toda Europa, desde 2008 (inicio de la crisis socioeconómica mundial y las oleadas racistas) hasta la actualidad han sido 28 los casos de violencia antigitana, saldados con un número indeterminado de víctimas mortales que podría superar el medio centenar. Estas cifras son orientativas, puesto que no existen estadísticas oficiales sobre todos los casos de violencia antigitana. Por ello, reclamamos al Parlamento Europeo que se promuevan estudios estadísticos que arrojen luz a la dimensión del problema europeo que existe con la ciudadanía gitana. El antigitanismo que recorre Europa necesita de una monitorización que dé a conocer todos los hechos que atentan contra la dignidad y la propia vida de personas con los mismos derechos que el resto.
Así pues, desde nuestra organización seguimos reclamando a las instituciones públicas, en este caso a la embajada de Grecia en España y al Parlamento Europeo, que dentro de sus competencias tomen todas las medidas necesarias para erradicar el antigitanismo de nuestra sociedad. No podemos seguir calladas ante la muerte, la perdida de la vida por pertenencia a una condición étnica no puede ser una realidad en sociedades democráticas desarrolladas en el marco del respeto a los derechos fundamentales.