NUESTROS TÍOS, NUESTRAS TÍAS, NUESTRO CAMINO A SEGUIR
El 1 de octubre se rinde homenaje a las personas de edad. Este año, en el Día Internacional de las Personas Mayores, el lema elegido por la Asamblea General de las Naciones Unidas es “La resiliencia de las personas mayores en un mundo cambiante”, especialmente la de las mujeres.
“La pandemia de COVID-19 ha exacerbado las desigualdades que existían de base y ha intensificado los impactos socioeconómicos, ambientales, climáticos y de salud en la vida de las personas mayores, especialmente en las mujeres mayores que constituyen la mayoría de las personas de edad avanzada” apunta la ONU en su manifiesto.
Desde FAKALI queremos aprovechar esta fecha para homenajear las aportaciones vitales de nuestros mayores, pues ellos y ellas son el pilar fundamental de nuestras familias. Alrededor de nuestros tíos y tías se sustenta la realidad gitana más clara, quedándose el tiempo parado cuando nos cuentan cómo se vivía la gitanidad hace décadas. Podemos de esta manera imaginar cómo y de qué manera se vertebraba la rromipen y hasta qué punto la sociedad ha ido sistemáticamente relegando a nuestra cultura a lo nimio y carente de importancia. Gracias a ellos y a ellas, a nuestros tíos y a nuestras tías la gitanidad continúa siendo un manantial de vivencias sin apenas aditivos. Les debemos por tanto la perdurabilidad de nuestros valores, que no deben perderse, sino todo lo contrario.
La sociedad actual también prejuzga a nuestros mayores. Los llaman patriarcas, como si fuesen personas autoritarias, cuyo único cometido es el de la imposición, llevándonos por tanto a un ideario erróneo en lo que se refiere a las personas mayores gitanas. Justamente en este día, debemos por lógica imperante, denunciar también ese mal uso de la palabra que han dedicado hacia nuestros tíos a base de tópicos rancios y malintencionados. Nada más lejos de la realidad, nuestros tíos y tías son personas de respeto, pero bajo ningún motivo utilizan la autoridad (con toda la carga negativa que ostenta su definición) como arma arrojadiza contra miembros o no de su familia. Se tratan de personas a las que les debemos un gran respeto, cariño y afecto , poniendo en valor el papel tan fundamental que desempeñan como mediadores/as y como consejeros/as desde el sentido más estricto de la justicia, valores y principios morales que van transmitiendo en su día a día. De hecho, ese respeto se lo debemos por el desempeño de buenas acciones a lo largo de sus vidas, llevando con honores valores como la rectitud, el don de la palabra, la sabiduría y por integridad por la que se caracterizan. Valores de los que a los y a las jóvenes nos vamos impregnando. Así ha sido desde tiempos pretéritos y así debe seguir siendo.
A nuestros tíos y tías les debemos también el hecho de haber llegado hasta aquí. Ellos y ellas han sido verdaderos héroes y heroínas, pues cuando más odio, discriminación y rechazo rezumaba la sociedad del ayer, más sacrificios se vieron obligados a realizar para proteger a su familia. Hablamos de personas rectas e íntegras con un amor abnegado hacia sus familiares, pese a una sociedad que día a día va virando hacia el individualismo más desmesurado. Ellos y ellas, al contrario, muestran que la colectividad nos hace fuertes. Y así debe seguir siendo, pues efectivamente, el éxito de nuestra cultura ha sido la vida en común; sintiéndonos como una sola familia.
Para las personas gitanas, es importante aprender de la resiliencia y de las contribuciones a la comunidad que hacen nuestros tíos y tías, que siempre han promovido diálogos sobre los buenos valores, la sabiduría y las vivencias pasadas a transmitir por generaciones, estableciéndose como nuestros referentes.
Por ello, desde FAKALI, queremos mostrarles, hoy y siempre, nuestro respeto, orgullo y reconocimiento. Sin nuestros mayores, no conoceríamos a día de hoy la historia de nuestro Pueblo porque, si bien los niños y niñas gitanos han entrado en las escuelas y universidades en las últimas décadas, no lo ha hecho aún la historia y cultura de su pueblo. Para contarla, nos quedan las personas mayores.
“Orgullo tengo de ser gitano,
de respetar a mis costumbres,
de cantar con mi familia
y al laito de una lumbre,
de escuchar a los ancianos
con oído y atención;
sin mi pueblo no soy nada,
que siga la tradición”.