EL PADRE MANJÓN: UN FUTURO BEATO… PERO ANTIGITANO

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Antes de que conmemoráramos este reciente 8 de abril, en el que buena parte de la sociedad se ha manifestado en favor del Pueblo Gitano, en Granada, ciudad nazarí y gitana en la que quizás el crisol de culturas haya sido tan influyente que a veces sea extremadamente difícil discernir la procedencia de unos y de otros, se estaba gestando un nuevo desprecio hacia nuestro Pueblo.

La Archidiócesis de Granada ha anunciado el proceso de beatificación del sacerdote Andrés Manjón, burgalés de nacimiento, pedagogo y fundador de las Escuelas del Ave María, creadas concretamente para atender las necesidades educativas de las familias pobres, con especial incidencia en la infancia gitana. La bibliografía al respecto versa concretamente en las dádivas de Manjón, que pareciese estar tocado por un arduo deseo de compromiso por mejorar las condiciones sociales y de exclusión de una buena parte de la sociedad gitana de finales del S.XIX y principios del XX, sin embargo, cuando profundizamos en sus métodos, en su legado y, por ende, en lo que dejó por escrito, nos encontramos que tras el enraizamiento nacional católico hay un verdadero poso racista, antigitanista y cruento.

En 1900, se publica “Obras selectas de D. Andrés Manjón”, en la que el sacerdote escribe: “La raza gitana, desconocida en sus orígenes e inexplicable en su existencia a través de los siglos, sin asimilarse ni civilizarse al contacto con los pueblos cultos, es otra de nuestras dificultades”.

“Tal como hoy se encuentran, es una raza degenerada y esta degeneración es hereditaria y se extiende a su parte física, intelectual y moral. Los gitanos nacen oscuros, viven flacos, hay muchos débiles y contrahechos, habitan en pocilgas, se mantienen del desecho, viven al azar, malgastan la vida y se hacen viejos antes de tiempo”.

“Su inteligencia, obtusa para las ideas espirituales y abstractas, discurre de maravilla en cuanta se dirige a la vida animal y de instinto, y es astuta y sagaz para la mentira y el engaño, que parece en ello ingénito”.

“¿Los gitanos, repetimos, son educables?”.

A los gitanos hay que civilizarlos como a los indios, conllevando sus defectos, tratándolos como a niños mal educados, exigiéndoles poco esfuerzo (…)”.

Veintiún años después Manjón escribe en su obra “El Gitano et Ultra” lo siguiente: “El gitano es un hombre y ciudadano en decadencia: lo es en la sangre, ideas, costumbres, instituciones, medios de vida y en todo su modo de ser, viviendo aparte de la sociedad culta y sin confundirse con ella, por lo que le considera como un inadaptado y no asimilable al modo de ser del mundo civilizado, respecto del cual es un extraño, un acivilizado, un ser extrasocial, una verruga que hasta ahora no ha podido extirparse”.

A medida que vamos leyendo su obra no encontramos ningún tipo de evolución, ni de intento de reparación en lo que concierne a su pensamiento, especialmente ligado al antigitanismo de la época, lo que no exime de responsabilidad a este sacerdote que a priori mostraba un deseo de trabajar con menores gitanos según el catecismo y bajo el paradigma de la “ayuda al desvalido”, pero, pedagógicamente “es equivocada y funesta”, tal y como dijo Miguel de Unamuno en una conferencia en Málaga en la que analizó el trabajo del padre Manjón.

Nos parece por tanto un nuevo desprecio hacia nuestro Pueblo por parte de las Autoridades Eclesiásticas, pues parece que aún persiste la idea en la que Manjón fue una especie de “misionero para los gitanos”, cuando realmente pensaba (y así lo dejó por escrito) que el Pueblo Gitano tenía en su ADN un componente asocial, ligado a la pobreza, la marginación o el robo. De hecho llega a clasificar a la sociedad de la siguiente forma: “gitanos” (cargados de defectos “por su raza”); los “ultragitanos” (socialistas, anarquistas republicanos, laicistas…, que toman los defectos de los gitanos por libre elección); y los auténticos cristianos y españoles.

Ante este tipo de exaltaciones, (muy de moda por cierto en nuestros días) no nos parece la mejor de las intenciones a la hora de predicar bajo la palabra de Dios. Justamente se hace lo contrario y, con ello la Iglesia Católica vuelve a darle la espalda al Pueblo Gitano, tal y como ya hiciera en la antigüedad. El proceso de beatificación de Manjón es una nueva ofensa hacia un Pueblo que sabe demasiado bien lo que es el peso del racismo, de los prejuicios y de las ofensas. De hecho, los detalles recientes de la Iglesia Católica, como las Eucaristías en memoria de las víctimas del Samudaripen (Holocausto Gitano durante la II Guerra Mundial), tal y como se han celebrado en estos días en la Parroquia de San Nicolás de Aragón o los acercamientos hacia nuestro Pueblo por parte del Vaticano de los últimos años quedan desdibujados con esta intención de elevar a los altares a un sacerdote que mostró fijación antigitana.

Desde FAKALI nos sumamos a la recogida de firmas iniciada por el profesor Manuel Martínez Martínez contra este proceso de beatificación (PINCHA AQUÍ PARA FIRMAR).

• Para saber más:
Una aproximación a la historia de la escolarización de las gitanas y gitanos españoles (1ª parte: siglos XV al XIX), de Jesús Salinas Catalá.